Los ataques y amenazas a Boric

La ultraderecha y los grupos recalcitrantes de los sectores conservadores del país se han volcado, en las últimas semanas, a una iracunda y persistente oleada de injuriosos ataques en contra del Presidente de la República, Gabriel Boric. Asimismo, se destacan en su belicosidad los ácidos comentarios de medios "informativos" que han hecho de la odiosidad un venenoso atributo. Esta agresividad viene desde hace rato, uno de esos momentos fue querer llamarlo "merluzo" reflejando la ira que a estos plutócratas y al lumpen que pagan -para crear incidentes en las calles- les causa la presencia de un dirigente político de izquierda a la cabeza del Estado.

Hay también ataques de exmilitantes que hace rato se pasaron a la derecha, olvidando el dolor y las penurias de la izquierda chilena, publican textos con los mismos argumentos vergonzosos con que bajo la dictadura se justificaron las violaciones a los derechos humanos. Algunos de ellos usufructuaron largos años de ventajosos cargos gracias a la izquierda. También están los maximalistas, aquellos que piensan que transformar Chile es cosa de decir y hacer, que las dificultades institucionales y de la estructura económico-social se pueden remover con la sola voluntad de querer hacerlo. Este sector se guía solo por el subjetivismo.

En debates recientes, voces amigas han pedido al Presidente que no opine ante los despropósitos de Kast. La autocensura no corresponde. El Presidente tiene una responsabilidad política ante el riesgo de una opción de regresión autoritaria.

Ahora bien, en la rabia oligárquica hay temores de una nueva postulación presidencial, eso lleva a muchos ultraderechistas a caer en viles ataques personales y en una actitud visceral de querer dañar y ojalá quebrar la figura política del Presidente de la República. Por eso, la candidatura ultraderechista amenaza que pronto "van a ir por él", así es la situación, la casta oligárquica se enfurece.

En este dañino esfuerzo, se delata la tecno oligarquía financiera, con sus opiniones y recomendaciones, tiene una bronca tremenda hacia el Presidente Boric porque este logró dirigir su gobierno y el Estado en circunstancias sumamente difíciles. En efecto, después del estallido social y la pandemia y sus verdaderos estragos en el ámbito económico y social la situación nacional era frágil, en la derecha muchos esperaban el derrumbe de la administración Boric y la redefinición del poder, es decir, una crisis que les permitiera volver a controlar la Presidencia del país, pero no ocurrió así.

La conducción política liderada por Boric, a cuyo gobierno hemos contribuido lealmente, sin renunciar a las reformas que tenía comprometidas fue capaz de controlar la inflación, mantener el crecimiento que -aunque débil por las circunstancias post pandemia-evitó caer en recesión y puso en orden el gasto público que a pesar del costo que impuso el Covid-19, volvió a un nivel macroeconómico que, en los centros financieros internacionales con los que trata el gobierno, pudo evitar el alza de las tasas de interés que para muchas naciones se torna inmanejable, como sucede en la actual situación en Argentina.

En resumen, un gobierno de izquierda fue capaz de dirigir el país y alejar el peligro de un colapso económico y social, y al mismo tiempo, materializó un copago cero en la salud pública, avanzó en la jornada laboral de 40 horas, legisló en el royalty minero entregando recursos directamente a los municipios y consiguió avanzar en la reforma de las pensiones, en suma, hubo cambios importantes en un contexto complejo y con recursos limitados.

En la derecha estos logros causan disgusto. Hay una envidia mezquina y clasista. En esta realidad, que con la desigualdad social no es el ideal que la lucha de los demócratas chilenos ha perseguido por muchos años, pero es la que existe y hay que transformar, el Presidente Boric es una figura nacional que hay que cuidar. Ahora bien, él también debe cuidarse. Los tecnócratas neoliberales que ahora levantan las banderas autoritarias y populistas de la ultraderecha no lo esperaban, ellos mismos se auto convencieron que venía un derrumbe, tal vez para olvidarse pronto del gobierno de Piñera, pero, el país no se rompió en varios pedazos sino que se fortalecieron los pilares de sustentación de la nación chilena.

Por eso, la rabia ante el fracaso de sus negativos pronósticos es uno de los factores que oscurece totalmente la visión política a los elementos anti-Boric de la derecha chilena. De esa ceguera brota su objetivo de imponer una regresión autoritaria a Chile. Están lejos de la realidad chilena, sus mentes se quedan en Trump y Milei, cuyos objetivos son totalmente indeterminados e imprevisibles.

La ultraderecha con sus dogmas llega con rapidez a la aberración. Es el drama que hoy sufre el pueblo argentino. El intento de estabilizar a costa de la hambruna y la miseria de la nación hermana fue fatal. Hasta Trump reconoce que Argentina se está muriendo. Estando en el gobierno ante la catástrofe social generada por sus yerros garrafales, a los populistas de ultraderecha no les tiembla la mano para coartar las libertades y cercenar derechos sociales. De modo que la unidad social y política es vital para derrotarlos en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.

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