Hay sucesos políticos y culturales cuyo impacto se aquilata, valora y aprecia con el paso del tiempo. Es lo que está ocurriendo con la conmemoración del 50° aniversario de la muerte del Presidente Allende y su épica lucha en defensa de la libertad y la democracia el 11 de septiembre de 1973.
En efecto, medio siglo después de esos hechos estremecedores, emerge una verdad histórica incuestionable: en medio de la aguda polarización política de entonces el factor, en ningún caso único pero preponderante que, finalmente, derribó el régimen democrático en Chile fue una conjura antidemocrática que preparó y concluyó con el cruento golpe de Estado que encabezó Pinochet, en conjunto con un grupo de altos mandos fascistas de las Fuerzas Armadas y el apoyo de la derecha política y económica del país.
El centro articulador de esa conspiración fue la voluntad de intervenir violentamente en el proceso político interno de nuestra nación por parte de la administración de Richard Nixon en los Estados Unidos y la visceral posición que en contra del gobierno del Presidente Allende adoptó su lugarteniente, Henry Kissinger.
Esa intervención no hubiera sido posible de no mediar actores internos que la facilitaron. Por ejemplo, está totalmente establecido que cada dueño de camión -según la Investigación del Senado norteamericano y los documentos desclasificados recientemente- participante en el paro de octubre-noviembre de 1972 recibió un pago de la CIA por cada día de paralización.
Allende cayó por los efectos de una conjura orquestada desde Washington y por la obsecuencia de los golpistas a la intromisión foránea; asimismo, por el garrafal error del centro político de articular una alianza con la derecha tradicional, entonces embarcada en el plan desestabilizador. También, hay que señalar, por errores voluntaristas en la alianza política y social de gobierno que no merman el mérito de su arduo batallar antidictatorial en las más duras circunstancias.
Así, la verdad ha brotado nuevamente en el recuento del 50° aniversario. La ardua lucha patriótica de la izquierda chilena ha sido reconocida mucho más allá de sus fronteras y es uno de sus patrimonios fundamentales. En el centro de ese esfuerzo libertario y democrático está la figura señera de Salvador Allende.
Asimismo, el recuento de la cruel violación a los derechos humanos y el desenfreno del terrorismo de Estado, ejecutado por la dictadura de Pinochet, una vez más estremecieron las conciencias en Chile y el mundo. El régimen militar fue inhumano en sus prácticas y aberrante en sus objetivos de perpetuación en el poder.
Por eso, la jornada del 50° aniversario ha sido un necesario reconocimiento de las luchas democráticas más justas y decididas del pueblo chileno por el derecho a ejercer su soberanía en la elección sus gobernantes y el respeto a la dignidad de cada persona que forma parte de la comunidad nacional.
Ese patrimonio histórico es de un valor inigualable. Hay que cultivarlo con amplitud, sin soberbia y valorando siempre la infinita generosidad de los y las militantes de izquierda que dieron su vida por la libertad y la democracia para Chile.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado