A estas alturas, decir que el país se encuentra viviendo una crisis de seguridad parece ser un dato de la causa. No obstante, cada vez que un delito de alto impacto se toma la agenda pública no tardan en salir voces que acusan a la prensa de estar creando una falsa realidad, por el solo hecho de cumplir con su deber de reportar lo que ocurre en Chile. A la historia de los innumerables errores de este gobierno quedará la acusación de estar haciendo "cherry picking" que el Presidente Gabriel Boric hizo a una periodista, cuando esta le exponía cifras en materia de seguridad. Es decir, la culpaba de estar escogiendo a conveniencia datos que dejaban mal parada su gestión en esta área. A este tipo de inexplicables declaraciones también se ha sumado la ministra Tohá, quien ha desestimado la existencia de una crisis de seguridad, así como ha emitido frases tales como "los delitos no están aumentando".
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Lamentablemente, en nuestro país, cuando se trata de delincuencia, hay mucho que ver y excesiva ceguera. No es posible que aún existan voces que puedan poner en duda datos que son abundantes y que apuntan hacia el mismo sentido: En los años 2022 y 2023 se alcanzaron las tasas de homicidios más altas registradas a la fecha (Informe Nacional de Homicidios Consumados), la suma total de delitos violentos, entre los que se encuentran las violaciones y los portonazos, alcanza el 2023 su mayor cifra (Carabineros), los delitos de drogas aumentaron en 25% entre los años 2018 y 2023 (Fiscalía) y en un reciente informe sobre crimen organizado -también elaborado por la Fiscalía- se dio cuenta de que en Chile han aumentado las actividades delictivas por parte de organizaciones extranjeras, ha crecido el tráfico de drogas sintéticas (éxtasis, ketamina y fentanilo) y han emergido nuevos mercados criminales de tipo predatorios (extorsiones y secuestros).
Esta nueva realidad por supuesto que tiene efectos en los chilenos. Los últimos tres años son aquellos en donde se acumula un mayor temor a la delincuencia (Encuesta Paz Ciudadana), 55% considera que los delitos han crecido en su barrio (Enusc 2023), más de un cuarto de la población (28%) declara que en su barrio hay bandas de narcotráfico (Encuesta CEP 91) y al menos 65% ha tenido que cambiar su rutina o limitar su libertad por miedo a la delincuencia, con acciones como dejar de caminar por ciertas áreas, evitar salir de noche y no usar el transporte público (Enusc 2023).
En otras palabras, en Chile hace mucho tiempo que la ciudadanía no se aproxima a la delincuencia de forma abstracta, sino, por el contrario, lo hace de manera concreta y palpable. No es solo una imagen en los medios de comunicación, sino son experiencias directas en el entorno más inmediato lo que ha obligado a las familias del país a vivir bajo un "toque de queda de facto", teniendo que renunciar a sus libertades (caminar por sus plazas, usar sus espacios públicos, tener una vida nocturna, etc.) a causa del crimen organizado.
En este sentido, resulta absolutamente deshonesto intentar diluir este dramático panorama por mera conveniencia política. Culpar a los periodistas y a los medios por hacer su trabajo es tan solo una burda búsqueda de una explicación, de un chivo expiatorio, que pueda hacer control de daños ante un diagnóstico que es evidente: las actuales autoridades no han podido hacerse cargo de la crisis de seguridad por la que atravesamos.
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