Mandela y Baeza

Cuando en todo el mundo se habla de la muerte de Mandela, de su legado de alegría, paz y reconciliación para Sudáfrica, en Chile no pocos lamentan el fallecimiento del padre Alfonso Baeza, sacerdote que se la jugó incansablemente por la defensa de los Derechos Humanos y por el respeto de los derechos laborales.

Mandela es despedido con honores. Su magnetismo indiscutible amplifica con justicia su ejemplo de vida.Pasó más de 25 años preso, otros tantos fue perseguido y sin embargo, al llegar al gobierno se propuso perdonar, unir y reconciliar a su pueblo, sin odios ni venganzas.

Baeza no alcanzó fama mundial. De hecho los noticieros que consignaron su partida, lo hicieron al final de sus ediciones.Importaba más el sorteo del mundial.Pero ello no empaña su legado no de grandes palabras, sino que de tremendas acciones como Vicario de la Pastoral Obrera, miembro del Comité Pro Paz o de la Vicaría de la Solidaridad.Muchos de quienes hoy lo despiden, le deben su vida.

Vidas paralelas que quizá nunca se cruzaron físicamente, pero que con certeza compartieron valores, valores que son universales, valores que deben instalarse en nuestra sociedad si queremos vivir en un país en paz.

Hoy que Mandela y Baeza ya no están con nosotros, hoy que Chile está en proceso para elegir a su futura Presidenta de la República, vale la pena pensar qué hemos hecho para seguir su ejemplo.

Por ejemplo, Mandela o Madiba (el nombre de su clan y muestra de respeto), desde niño se rebeló contra las injusticias, contra la discriminación, contra los abusos.Siempre tuvo la humildad para buscar, para escuchar, para observar.Así, por ejemplo, tomó de Chile el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación y lo adaptó a la realidad sudafricana.

También se preocupó de la educación, la que definió como el arma más poderosa para cambiar el mundo.Son palabras que en Chile hoy tienen actualidad y vigencia, sobre todo ahora que se acusa de populismo cuando se propone educación gratuita y de calidad. Para esos incrédulos, otra frase del líder sudafricano: "Siempre parece imposible hasta que se hace".

Y lo dice un hombre que fue lo que fue, además de su bella rebeldía, por la oportunidad de estudiar que le dio su protector Jongintaba, jefe de la tribu thembu.Su crecimiento espiritual e intelectual lo logra gracias a su espíritu indómito y, claramente, a su formación profesional, que le ayudó a no ser uno más de los millones de sudafricanos discriminados y pisoteados por el Apartheid.

Y creo que no puedo dejar de mencionar su lucha por la Constitución por la Libertad, esa que hablaba de que todos tendrían los mismos derechos, o que el pueblo participaría de la riqueza de la nación, esa que fue una luz que los guió en su lucha por la libertad.

¡Luchar por una Constitución que nos represente a todos no puede ser un pecado, debe ser una aspiración justa y legítima que se transforme en un motor de la Nación toda!

En Chile, el Padre Baeza, ayer atacado por muchos que hoy lo reconocen, nos dejó en claro que Chile no puede seguir esperando por más justicia social.

Se indignó con la subcontratación, con el multirut, con la impune y peligrosa desigualdad en el mundo laboral. “Chile no puede seguir creciendo a costa de la humillación de los trabajadores. No puede ser que la gente tenga que estar callada porque si no la echan. Eso no es generar un país en paz. Tarde o temprano la historia demuestra que la injusticia se convierte en una lucha violenta y eso es lo que debemos evitar”.

¿Qué vamos a hacer? ¿Dejamos que los trabajadores tomen su propio camino o impulsamos un marco legal que empareje la cancha y que entregue las herramientas para lograr mejores condiciones laborales y salarios?

¿Qué ofrecen las candidatas? ¿Qué quiere el país? Claramente y como dijo este valioso sacerdote, Chile no quiere gobiernos que caminen hacia una menor desigualdad, quieren mayor igualdad.

Llevar este pensamiento a la acción requiere de definiciones. ¿Le hacemos ajustes al modelo o buscamos nuevas vías? Hasta ahora los partidos de Derecha, decía el Padre Baeza, siempre han defendido los intereses de los grandes empresarios y la Centro Izquierda no ha tenido ni los votos ni la convicción para generar las condiciones necesarias para tener un país más justo y más igualitario.

El desafío hoy no es hablar de Mandela y Baeza, porque ya mucho se ha dicho de ellos.Hoy es tiempo de transformar sus enseñanzas en acciones concretas.

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