Mi abuela y la Confech

Hoy mi abuela estaba en Valparaíso.

Ella tiene muchas amigas en esa ciudad y varios bisnietos que estudian allí.

Yo siempre estoy preocupado de saber en qué anda y si regresará o se quedará fuera de casa. No es porque no confíe en ella. Es sólo de cariño.

Abuela: ¿Estás bien?, ¿te vienes de regreso hoy?

Estoy muy bien. Sólo preocupada por lo que pasa con los estudiantes.

Pero abuela, ya pronto se iniciará un dialogo entre las partes.

Querido nieto, no estás muy enterado. ¿Me puedes hacer un favor? ¿Le podrías hacer llegar una nota a Eduvigis? Tú sabes que esta anticuada no tiene correo electrónico. La tienes que imprimir y llevar a su casa. Quiero que la haga llegar a algunas personas que ella conoce. Por cierto, imprímela con letras grandes.

Eduvigis es una de sus amigas. Nunca ha querido declarar su edad. Yo creo que es incluso mayor que mi abuela.

La imprimí y no pude dejar de leerla, de hecho, ella no me lo prohibió y, además, es para que la lean “algunas personas”, y tal vez esto ayude.

La carta dice así:

Escribo estas líneas sin conocer aún la respuesta de la Confech que hoy está reunida aquí en Valparaíso. Sólo he podido escuchar al ministro Bulnes y al vocero Chadwick.

Mucho me temo que la respuesta que ha dado nuestro gobierno a la propuesta de la Confech ha estado influida por una “mejoría” circunstancial en la popularidad y aceptación del presidente y sus colaboradores (seguro que medida por alguna encuesta realizada en los últimos días y al aporte que las actuaciones del ministro Allamand a dichos números).

El hecho de que la última marcha estudiantil convocara a muy pocos participantes, (en efecto, parecía una de las típicas proclamaciones políticas de antaño), es el otro motivo que, seguramente, ha inducido al gobierno a dar una respuesta muy poco constructiva y francamente provocadora.

Debemos agregar al cóctel el que las universidades del Consejo de Rectores (25), todas ellas con estudiantes cuyos pagos están asociados a créditos y becas (como la mayoría de los estudiantes universitarios), están en una situación crítica.


La amenaza de que si no “cierran” su primer semestre entonces dejarán de recibir esos aportes, y que la no entrega de estos dineros llevaría a estas instituciones, en un periodo relativamente corto, a una situación de “cesación” de pagos, no podrían cumplir sus compromisos básicos, partiendo por las remuneraciones de sus empleados y profesores, es la espada de Damocles del sistema.

Serían miles de trabajadores de estas organizaciones los que quedarían en una condición de “cesantía salarial” (con trabajo y sin remuneración). El nivel de la crisis sería muy grande.

Miles de familias no tendrían cómo cancelar sus obligaciones con la banca, con las casas comerciales, con los arrendadores, con los colegios, etcétera. Decenas de miles de familias y sus cercanos pasarían a ser parte activa del conflicto.

El problema es que, a mi juicio, el gobierno se equivoca una vez más y hace un cálculo erróneo y temerario. La aplicación de técnicas propias de las empresas para resolver conflictos laborales en la resolución de los conflictos estudiantiles, conflictos sociales y -en último lugar- políticos, es un error de gran envergadura.

Bueno. Es que quienes nos gobiernan conocen más de eso que de esto otro.

Este conflicto, evidentemente mal conducido por la autoridad política, le está significando al país un costo que nadie razonable está dispuesto a pagar.

Me parece que el presidente y sus colaboradores divergen del poder político, y para qué decir del poder económico nacional (salvo del poder económico de quienes forman el equipo de gobierno, que no son especialmente significantes en el concierto empresarial nacional).

El poder político ve cómo se complican las próximas elecciones y el poder económico ve cómo se complica el país.

Mis temores:

Mucho me temo que en las próximas horas, los estudiantes declararán que no aceptan lo indicado por el ministro Bulnes; o, tal vez, declararán que el ministro Bulnes no aceptó las condiciones “básicas” que ellos planteaban para iniciar el diálogo y, por lo tanto, seguirán esperando.

Creo que, a partir de estos hechos, convocarán a una nueva manifestación callejera, la que esta vez, apostaría, será multitudinaria, demostrando así el error del cálculo gubernamental.

Es probable también que el gobierno decida no entregar los dineros de las becas y créditos a las universidades. No me extrañaría que, argumentando que la “ley no lo permite”, se nieguen a entregar las subvenciones a los colegios en paro y el conflicto escale y se agrave.

Me temo que estamos en una situación cada vez más compleja.

Señores políticos de los partidos de gobierno: ¿No será posible que ustedes aporten un grano de cordura a quienes gobiernan y dicen compartir vuestros idearios?

Sé que ustedes no están del todo convencidos que este gobierno comparta sus principios e ideales, mas el bien del país se merece un último esfuerzo.

Tal vez de esta forma nos evitemos una crisis política y luego económica de proporciones.

Les ruego intervenir. No creo posible mantener al ministro Allamand más tiempo haciendo despachos desde la Isla Juan Fernández, ni espero que ocurra otra catástrofe, accidente o calamidad que mitigue la molestia ciudadana.

Me preocupa que nuevamente el gobierno estará en franca caída de popularidad y de nuevo la ciudadanía opinará que es intransigente.

Casi apostaría, si no fuese indigno andar apostando con la desgracia nacional.

Cariños y buenas fiestas patrias.

La imprimí con letra grande y hace unos minutos se la entregué a la tía Eduvigis.

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