Ni izquierda ni derecha, sino todo lo contrario

El año 2014, cuando la candidata Bachelet es electa con una alta mayoría, muchos comentaron que el país se había "izquierdizado", y había optado por un programa de gobierno refundacional. Tanto fue que un senador usó el concepto "la retroexcavadora". Sólo cuatro años más tarde, la ciudadanía optó por un candidato Piñera que mostraba más bien una continuidad de lo que había hecho en su anterior administración, con un programa menos audaz que el de la Nueva Mayoría, así muchos dijeron que Chile optó por la "moderación".

Tanto fue el entusiasmo que las voces en ese entonces hablaban de una apuesta a 12 años. Hace unos días atrás, las personas optaron por candidatos que muestran claras diferencias con la actual gestión de Gobierno, y ahora, quienes se sienten ganadores, dicen que las personas optaron por un programa revolucionario que viene a cambiar el actual sistema económico y social.

Es un hecho que el entusiasmo electoral de los ganadores, y su ímpetu, les ha jugado en contra. Hoy parece que la única certeza es que nadie sabe quién ganará en noviembre, y que existe un bolsón de personas que se mueve como un péndulo según su estado de ánimo y el escenario en que se encuentran a la hora de votar. Ese grupo de personas ha optado en poco espacio temporal por propuestas tan dispares como las de Bachelet 2 y Piñera 2, y ahora se inclinó por una cantidad no menor de independientes para la Convención que dicen venir a cambiar parte importante del sistema que conocemos desde 1990.

El comportamiento electoral es una materia estudiada en la Sociología Política, tanto es así que se han creado teorías relevantes como la llamada Clivajes Societales. Lipset y Rokkan estudiaron cómo los electores se alineaban según opciones electorales y cómo estas se mantenían en el tiempo. No sólo eso, entendieron que bajo estas opciones se crean culturas y se traspasan en el tiempo generando estabilidad por años. Chile tuvo ese comportamiento, bajo los clivajes clerical-anticlerical, derecha-izquierda, y después algunos dijeron que el nuevo clivaje nació bajo el Régimen Militar, y tuvimos la diada autoritarismo-democracia.

Los electores así se habrían dividido entre quienes apoyaron la dictadura y quienes optaron por una nueva democracia, algo que sin dudas se diluyó con el tiempo, y tuvo su quiebre mayor una vez que en el 2010 ganara Sebastián Piñera. La experiencia nos dirá que de ahí en adelante el electorado no se ha alineado bajo ningún clivaje en específico, sólo tenemos temas contingentes donde nos identificamos y los candidatos se tratan de acomodar en estos, pero también los electores están permeados fuertemente por el contexto en el cual deben concurrir a las urnas.

Si el 2014 optaron por la expresidenta Bachelet, porque mostraba un programa que venía a instalar una nueva Constitución y gratuidad universitaria, rechazando las respuestas del gobierno del presidente Piñera ante las movilizaciones estudiantiles y otras tensiones sociales, el 2017 decidieron que la audacia del programa de Guillier no los satisfacía y volvieron a optar por Piñera.

Hoy, ese electorado, permeado por la deficiente gestión que se tuvo por el 18 de octubre de 2019 y los apoyos económicos bajo la pandemia del Covid-19, han optado por el Frente Amplio y el Partido Comunista, así como una serie de independientes bajo el rótulo La Lista del Pueblo. Ellos han propuesto cambios al sistema actual, apuntando como responsables no solo al Gobierno, sino también a los partidos dirigentes desde 1990.

Esto deja en claro que el electorado nos dice que de una elección a otra prefiere a unos, pero si esos no los satisfacen van por otros para la próxima. Así, nadie puede dar por clavada la rueda de la fortuna en unos meses cuando tengamos elecciones presidenciales. Distintas variables harán que en pocos meses se inclinen por una u otra candidatura. El naipe está excesivamente abierto, lo único claro es que las personas son altamente volubles al escenario en el cual se encuentran a la hora de votar, algo que trae problemas para los partidos que siguen pensando y diseñando estrategias con la visión de antes.

Tal vez, es por esto que la presidenta del Senado, Yasna Provoste, ha aumentado su nivel de aprobación en las últimas semanas.

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