No es el mecanismo, es el mecánico

Ya sabemos cuál es la fórmula que empleará el oficialismo para enfrentar su crisis interna, la respuesta no va a consistir en superar los problemas, sino en darlos oficialmente por superados.

No será la paz, será la tregua. No será el fondo, será la apariencia. No será la conveniencia del amor, será el amor por la conveniencia.

Algunos afirmarán que así no se soluciona ningún inconveniente de base; dirán, con sentido común, que una enfermedad que se trata con analgésicos elimina los síntomas, pero no consigue la cura. Es una paradoja, tienen toda la razón, pero están profundamente equivocados.

En el caso de la derecha recuperar las apariencias es lo mismo que recuperar la compostura, es el mejor camino disponible. Identificar el problema y dar con la solución definitiva resulta ser autodestructivo.

Veamos la puesta en escena para “dar por superada la controversia”.

Escena 1. Cada partido de Chile Vamos visita al presidente Piñera, salen de la reunión con rostros compungidos, afirmando que se han cometidos errores que no deben repetirse.

Escena 2. El Presidente afirma en público que se necesita grandeza por parte de todos, llama a la unidad y da conocer un “nuevo mecanismo de coordinación” entre el Gobierno y su coalición.

Escena 3.  Los dirigentes partidarios se muestran admirados de la sabiduría del Presidente, encuentran de lo más ingeniosa la solución propuesta y prometen no reincidir en sus malos pasos.

Escena 4. Se reúne el comité político, en su nueva modalidad, donde todos sus integrantes aparecen, no digamos sonrientes, pero sí con la comisura de los labios estiradas.

Saben que estas imágenes no van a engañar a nadie. No se puede pedir tanto. Afortunadamente, no hay ningún partido de derecha que se llame “Sinceridad”, así que la impostura no se lleva al extremo. Las imágenes no pueden reemplazar los hechos, sino que buscan pasarlos al olvido y que la contingencia borre el bochorno, una vez que pase a segundo plano tapado por noticias frescas.

La derecha es experta en proponer el olvido para ganar el perdón. Lo cierto es que las bancadas se insubordinaron; que Piñera llamó a los díscolos y que no le hicieron ningún caso; que los partidos han salido fracturados; que durante una semana se dijeron de todo entre ellos; que de la conducción política de La Moneda sus cercanos han dicho lo que ningún opositor se había atrevido decir con tanta crudeza. No hay alfombra que aguante ocultar tanto barrido.

Pero la derecha es vieja y sabia, un momento de debilidad lo puede tener cualquiera y cuando ocurre en este sector se dicen lo que piensan unos de otros. No es lo usual.

Si no tienen un proyecto, menos van a tener ilusiones. Saben que el problema no ha sido el mecanismo, sino el mecánico, el mismo al que alaban y con el que sonríen para la foto.

La derecha ha perdido mucho, pero no ha perdido su vocación de poder. Sin contendor unitario al frente, tienen asegurada su permanencia y es por eso sus dirigentes estiran la comisura de los labios imitando una sonrisa.

Todo va bien, excepto por la duda,  se puede dar por superada esta crisis, pero ¿qué van a hacer con las que vienen?

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