No todos pueden sostener la democracia

Vamos amarraditos los dos. Si Kast pasa a segunda vuelta hay dos dudas que ya están eliminadas. Primero, que Chile Vamos entregará su apoyo inmediato para la etapa siguiente, cualquiera sea la decisión que tome Matthei. Segundo, tampoco está en duda la incorporación de la centroderecha al futuro gobierno con sus dos partidos principales.

La campaña ya está asumiendo el tono de polémica controlada que permite una integración posterior con los menores roces posibles. Basta pasar revista a las noticias del día para comprobar que las campañas de la derecha ya no se están tocando entre sí y que sus críticas cruzadas, cuando las hay, no tienen ningún filo.

El único escenario que explica una reducción tan drástica de las críticas en el área programática es cuando ya se está preparando la segunda vuelta, incluyendo los acercamientos de consenso en las propuestas. No se trata de un tema que recién haya que despejar con rapidez luego del 16 de noviembre. Es algo que ya está resuelto entre quienes más influyen y del que los demás se van a enterar prontamente apenas se conozcan los resultados.

Lo que simplifica mucho la situación es que, estando las orgánicas partidarias sintonizadas en una misma posición, las posibilidades de una confrontación dura con republicanos se ven reducidas al mínimo. La propensión en la centroderecha al acomodo está superando su aceptación del riesgo, y si las encuestas resultan adversas, la tendencia en muchos es el adelantarse a negociar. Son la sombra de lo que fueron en la transición democrática.

No son pocos los que se acomodan al papel de actores de reparto y, desde esa posición, tienen a tender puentes ahora para no quedar entre los últimos que den un paso que les parece inevitable.

Para la etapa final, los que se opongan a Kast están sellando su destino personal, pero no van a alterar un curso de acción que ha alcanzado conclusiones refinadas. No habrá divisiones importantes, habrá disidentes que serán tratados como tales, es decir, aislados de las cercanías del poder. Todo indica que, para una parte de la centroderecha, el tiempo dado para la recuperación de Matthei ya se dio anticipadamente como concluido, al menos en opinión de algunos actores influyentes. Pero una parte no es el todo.

Una saludable reacción

Tenemos una derecha dura muy fuerte, porque tenemos una derecha moderada muy débil. La barrera natural de contención ha sido sobrepasada hace tiempo y ahora se ponen a la fila para prestar su apoyo. Entre los acostumbrados a ceder, predomina la sensación de que su comportamiento no tendrá consecuencias negativas. Parten de la base de que Matthei es un liderazgo en su fase final y que sus decisiones poco los puede afectar. De perder, no asoma en el futuro de nadie.

Piense en lo distinto que sería la situación si se tratara de Piñera, quien pasaba por periodos de mayor o menor influencia, pero en la derecha lo pensaban dos veces antes de interponerse en su camino, porque -tarde o temprano- se lo volverían a encontrar y no tenían duda de qué cobraría las deudas pendientes.

La buena noticia es que los que se quedaron pueden ser considerados confiables. Quienes mantengan su oposición a Kast en estas condiciones no lo pueden hacer por cálculo, sino basados en sus convicciones y afrontando costos importantes. Es lo que se ha ido aglutinando en torno al comando de la exalcaldesa y que planificó su muy buen desempeño en Enade.

El "te perdono" de Matthei dejó sin respuesta al republicano. No era para menos, porque lo señaló como autor de una acción repudiable, aceptó unas disculpas muy ambiguas, pero que trataron inútilmente de cerrar el capítulo y volvió a identificar la campaña sucia en las redes como responsabilidad republicana.

En medio de un debate en el que destacó, Matthei retomó la iniciativa y marcó diferencias que no consisten solo en un programa y equipos propios, que se pueden adaptar con pragmatismo a los requerimientos de un adversario del mismo sector. Puso el acento en diferencias políticas intransferibles: la experiencia en la gestión, la capacidad de llegar a acuerdos amplios, la importancia de hacer uso del diálogo con los adversarios y en la forma correcta de jugar con las reglas del juego democrático, cuando te ven y cuando no te ven. Para que eso pase de ser un buen episodio hay que dar un paso más y eso es lo interesante de lo que sigue.

Las fronteras pronto se redefinirán

La idea de que una centroderecha, cada vez más débil, sea garantía suficiente de mantención de las reglas del juego democrático no tiene más base que una convicción inicial de buena voluntad. Eso sin considerar el puro y simple interés. No han podido contener a los republicanos y ahora se quieren convencer a sí mismos de que no sobrepasarán los márgenes institucionales. Pero tener una expectativa tranquilizadora no es lo mismo que tener la fuerza suficiente para impedir que la democracia sea atacada desde uno de sus poderes como en tantas otras partes.

Si lo que se juega entre Kast y Matthei es un mero asunto de matices y sutilezas, ganará el republicano. Para superarlo se necesita hacer explícitas las diferencias y asociarlas a la estabilidad democrática.

Razón de más para considerar que, si se dan las condiciones descritas, el escenario de las fronteras políticas tiene que ser redefinido por parte de todos. La participación de republicanos en el Consejo Constitucional mostró que pueden llegar hasta donde el poder que tienen se los permite. Si a Cristián Valenzuela se le soltó la lengua fue porque ve próximas las posibilidades de triunfo y se adelantó a ser sincero. Si Kast lo respaldó es porque es representativo de lo que piensan.

De ganar Kast, lo que tendríamos es un gobierno republicano, acompañado de los socios que se quiera, pero bajo liderazgo republicano. La idea de que no habrá excesos antidemocráticos pone un límite mental a una posibilidad que en el proceso constitucional tuvo nulos efectos y genero una propuesta rechazada por Chile.

Para ser sinceros, lo que viene está en manos poco confiables. Chile Vamos es garantía de sensatez, pero no de contundencia en la acción. El debate al interior del comando de Matthei en que algunos consideraron una crítica excesiva el calificar a la candidatura de Kast como "extrema" señala bien cómo están las cosas. ¿Cómo van a poder enfrentar algo que ni siquiera se animan a nombrar? Los dirigentes de centroderecha carecen de la voluntad de poder que a los republicanos les sobra. Lo que viene va a remodelar las fronteras políticas. Veremos si los partidos dialogantes de la derecha se harán parte de este nuevo comienzo.

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