Nueva Constitución y letras claras

La agenda está marcada por el próximo plebiscito del 25 de octubre. Un domingo emblemático en la consolidación de esta democracia que debimos ir reconstruyendo con evidentes cortapisas de la Derecha, pese a la conciencia civil de la pasada y cruenta dictadura.

Es cierto, le antecede por poco una efeméride recién pasada que para muchos fue el gatillante de este paso. El llamado 18 - O, cuando ese viernes de 2019 fuimos testigos de la salida a la calle de muchos. Y lo que se bautizó como Estallido Social mostró la demanda ciudadana que debió sortear el vandalismo de algunos que pretendieron ilegitimar el derecho de protesta

En la antesala de esta fecha nos enteramos que el gobierno pretendió hacer un discurso cuyo contenido serían los supuestos avances de su respuesta ante la demanda ciudadana… la petición de cambios estructurales que terminen con la tremenda desigualdad social contenida básicamente con los amarres de la letra de la Constitución del 80; vestirse con ropa ajena nunca ha sido problema para este Presidente, que ha llegado a decir que fue parte de este camino a la Nueva Constitución.

La Moneda al parecer recogió los efectos adversos de esta intervención del Mandatario, y si bien varios han pensado que es mejor su prescindencia pública al respecto - como lo hizo en noviembre 15 cuando las fuerzas políticas se acercaban a una salida institucional ante el conflicto que vivía el país - parece ser que las ganas de protagonismo pueden más que la responsabilidad política.  

Esa misma que todos los que respetamos la democracia debemos tener, donde no cabe ni la ambigüedad ni justificación de algún acto de violencia como los que se produjeron ayer en varias regiones donde la manifestación fue opacada por la destrucción.

Si bien es el gobierno quien debe procurar la seguridad pública y garantía de respeto irrestricto a los DDHH, existe también el deber de todos los actores de condenar estos hechos intolerables vengan de donde vengan. Lo contrario es conducir este proceso a la polarización y faltar también el respeto de las personas y del debate que debemos llevar a cabo como la expresión del voto.

Claro que necesitamos un nuevo Marco Jurídico, que sea letra viva y clara de derechos básicos como Salud, Educación, Vivienda y Agua como Derecho de Uso Público, entre muchos aspectos.

Dejar de lado una administración del Estado con una mirada economicista por sobre el servicio social, terminar con estructuras representativas que no son el fiel reflejo de la sociedad chilena, entre tantos cambios necesarios. Pero ese camino lo debamos seguir apegados al sentido republicano, que no admite dobles discursos, que no se doblega tampoco al afán de ganar ni La calle ni las Redes sociales. Con el verdadero sentido que tiene ejercer el derecho ciudadano de votar una opción, y que sea esa mayoría la soberana.

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