Ayer mientras escuchaba la cadena de la Presidenta, y luego de reflexionar sobre los pilares del cambio propuesto, terminé con una grata impresión sobre lo medular de las propuestas, ideas claras y concisas altamente esperadas por la mayoría de los chilenos. Un sistema tripartito con vocación de profundizar la solidaridad del sistema de pensiones debería ir en la línea correcta de una sociedad que apunta al bien común. Igualmente los cambios tendrán detractores, así es la vida en democracia, pero inicialmente parecen tener un nivel de consenso mayor al que ostenta el actual sistema.
Extrañé algunas propuestas de mayor profundidad, en el sentido de generar al menos una discusión sobre la posibilidad de cambiar el sistema, situación que luego de las palabras de la Presidenta parece descartarse de plano. Y no me refiero a la discusión sobre volver al sistema de reparto, pues ya la mayoría de los expertos han demostrado que no es viable a largo plazo, sino a tener al menos una discusión sobre modelos, tomando ejemplos como Suecia, Finlandia o Noruega.
Pero luego de unas horas una frase volvió a mis pensamientos, “en los periodos en que los fondos de un afiliado tengan rentabilidad negativa, las administradoras deberán devolver en su cuenta individual las comisiones cobradas durante ese periodo”.
Inicialmente fue la frase que más celebré al escuchar el discurso, bien Presidenta pensaba, debemos establecer la tesis del garrote para cuidar las futuras jubilaciones de los chilenos, pero después recordé que la apología del garrote debe estar siempre acompañada de la zanahoria para funcionar, ¿dónde está la zanahoria?
Pensé por un rato, debe estar puesta en las ganancias que generan los costos de administración de cada una de las cuentas, y entonces volví a pensar –bien Presidenta- pero entonces me pregunté ¿y el incentivo?
Para aquellos que hemos estudiado sobre la administración de la motivación del actuar de personas u organizaciones, el incentivo es fundamental a la hora de la evaluación. Fue entonces donde comprendí que de las declaraciones no se podía identificar el incentivo.
Sí las AFP deberán retornar los costos de administración de los periodos con rentabilidad negativa, entonces no existe incentivo para que busquen maximizar nuestra rentabilidad, pues con solo llegar a un 0,1 % de rentabilidad podrán ejercer el cobro. Resultará evidente entonces que la tentación de las administradoras será re balancear activos en posición de menor riesgo, para generar rentabilidades positivas. Pero esto llevará consigo que no volvamos a experimentar altas rentabilidades del 10 % anual o incluso superiores.
El sistema actual -que no cambiaremos al parecer- genera un tercio de sus utilidades sobre la base de la rentabilidad de los fondos y dos tercios sobre el aporte propio, pero eso seguirá sucediendo solo si el comportamiento histórico de rentabilidades se mantiene.
En conclusión, espero que el proyecto pueda recordar la zanahoria y el incentivo, de lo contrario, serán los jóvenes los que veremos rentabilidades bajísimas en los próximos años, y serán nuestras pensiones las más afectadas, después de todo el burro camina no solo con garrotes, sino también con zanahorias que lo incentiven.
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