Estamos en una difícil encrucijada como resultado de una propuesta constitucional que no concita el acuerdo de todos los sectores. Entramos en la campaña por aprobar o rechazar que al final solo dejará más división en el país.
Las encuestas apuntan a un triunfo del En Contra y se señala de parte de todos los sectores que de ser así se dé por cerrado este capítulo y se hagan reformas a la actual Constitución en el Congreso. Sin duda es el camino siguiente que corresponde, conforme al ordenamiento constitucional. Pero sin lugar a dudas no es la mejor solución. De alguna manera nos retrotraemos a la crisis de octubre de 2019 y los problemas están intactos.
El tema es que si tenemos una propuesta constitucional elaborada por los expertos, que logro concitar el acuerdo de todos, con lo complejo que significó llegar a ello y teniendo en consideración la tremenda importancia que tiene para el futuro del país contar con una Carta Magna que sea realmente la casa de todos ¿podemos darnos el lujo de dejarla de lado?
Propongo, como ya lo vengo haciendo desde algún tiempo, que de ser rechazada la propuesta actual, de inmediato se llame a un nuevo plebiscito para votar esta carta. Es una oportunidad única, es un activo que no puede tirarse por la borda. No requiere mayor estudio, solo la decisión ciudadana.
Después del mesianismo de ultra izquierda y ultra derecha, manifestado en las constituciones propuestas, donde ambas cometieron los mismos errores, de estar claramente marcadas ideológicamente y de ser maximalistas, hace, por lo mismo, más valioso lo alcanzado por los expertos.
En el Congreso se volverán a revivir estas consignas, estos intereses, estas identidades por lo que nada nuevo o mejor podemos esperar de seguir ese camino. Quizás, lo único en lo que están de acuerdo sería en los 12 bordes que podrían constitucionalizarse, pero más allá parece difícil. Si no se ha sido capaz de ponerse de acuerdo en la nueva ley de pensiones o la reforma tributaria, menos serán capaces de llegar a mayores acuerdos constitucionales. Más aún, lo más probable que en el debate que se inicie, cada cual tendrá al frente la constitución que elaboró, con lo cual se tornará mucho más complejo llegar a acuerdo.
Los chilenos dimos la oportunidad a los partidos políticos, primero a la izquierda y después a la derecha, para que se lograra zanjar este gran desafío. Si ninguno de las dos sectores mostraron ser capaces de representar el sentir del país, es hora entonces de darle la oportunidad a los expertos, que inspirados también en una visión política, fueron capaces de poner en primer lugar el bien común sobre sus visiones particulares.
¡Insisto! levantemos como nuestra nueva Constitución la elaborada por los expertos como único camino posible para generar un espacio de gran encuentro y podamos superar sin amargura ni dolor sino con esperanza esta difícil etapa de nuestra historia.
Chile y los chilenos nos merecemos salir de este pantano y tenemos en nuestras manos el camino para hacerlo; no lo desperdiciemos.
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