Que alguien piense en la República

En los últimos meses, hemos visto cómo Chile se desmorona bajo el peso de la violencia y la criminalidad. Los homicidios aumentan a un ritmo alarmante, y en lugar de ver un gobierno decidido y firme, vemos tibieza y falta de liderazgo. El nuevo subsecretario del Interior, Luis Cordero, parece más preocupado de encubrir a Manuel Monsalve que de enfrentar los desafíos que exigen soluciones inmediatas y efectivas. La política ha dejado de ser un espacio de responsabilidad republicana para convertirse en un juego de intereses personales.

Es indignante que, mientras las cifras de homicidios crecen y la inseguridad se apodera de las calles, quienes deben protegernos optan por callar. El Ministerio del Interior y Seguridad Pública no solo ha fallado en su rol, sino que ha sido cómplice de un silencio que resuena más que cualquier declaración. En lugar de defender la patria y sus ciudadanos, nuestros líderes están más enfocados en resguardar sus propios intereses.

Chile, alguna vez lleno de esperanza, ve cómo la patria se desvanece entre las manos de quienes tienen el deber de protegerla.

"Los héroes no eran dioses, eran hombres,
eran montañas que salieron juntas
del corazón y el alma de la patria
al toque de la marcha y de las juntas"

Hoy, esos "héroes" no están presentes en nuestra política. Las montañas que alguna vez nos dieron seguridad han sido erosionadas por la corrupción y la indiferencia. Los valores que hicieron de Chile una república fuerte parecen haber sido olvidados. En lugar de actuar con amor por la patria, vemos a los responsables alejándose de la realidad, siendo partícipes de un gobierno débil, sin compromiso con los ciudadanos.

Cuando el amor por la República desaparece, lo que queda es una administración que responde más a la inercia que a la convicción. ¿Dónde está la firmeza? ¿Dónde está el liderazgo que debería enfrentarse a la criminalidad con la misma pasión con la que nuestros antepasados defendieron esta tierra?

Hoy, más que nunca, Chile necesita un gobierno que piense en la patria como lo hicieron aquellos que levantaron nuestra bandera. Necesitamos líderes que, con valentía, vuelvan a levantar la bandera de la estrella solitaria, no solo en los discursos, sino en las acciones. Porque la patria no se defiende con promesas vacías ni con entrevistas grandilocuentes a contrapelo de los asesores, sino con decisiones firmes, con un amor por la República que trascienda cualquier interés particular.

Es momento de dejar de encubrir, de dejar las palabras bonitas, y de empezar a actuar. Es tiempo de recordar el verdadero significado de la patria, esa por la que tantos sacrificaron sus vidas. Que alguien, por favor, piense en la República.

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