Que vuelva el tren

Cada fin de semana de este nuevo periodo estival, ha sido testigo de los abusos que se cometen con los veraneantes, de modo especial, con aquellos que se trasladan en bus o avión, se abusa con ellos en las reservas, los horarios, la calidad de los servicios y los precios, en el caso de quienes usan los buses estos suben dos, tres o cuatro veces respecto de su valor habitual. Muchas veces al pasajero no se le traslada se le despluma.

Se entiende que la demanda haga subir los precios, pero es inaceptable el grado de abusos que algunos realizan aprovechando su posición dominante en el mercado, impidiendo la competencia, exprimiendo el trabajo de los conductores, haciendo de las carreteras no un instrumento de conectividad, sino que un instrumento de una codicia sin freno.

Hay que invertir para reponer un buen tren de pasajeros, con ello sería posible contrarrestar la primacía de un sector abusivo y generar una alternativa que alivie esas vías congestionadas que se transforman en unas horas de rabia provocadas por tacos interminables.

Por su longitud, este es también para Chile un propósito esencial. Lamento que los esfuerzos realizados para reinstalar Ferrocarriles del Estado no lograran los frutos deseados.

Sin embargo, Chile requiere un potente sistema de trenes, que movilice adecuadamente cubriendo amplias distancias y, que sea un instrumento de integración entre las regiones, frente a un centro elefantiásico que demanda recursos ilimitadamente.

El enorme gasto que exige el Transantiago, los gigantescos volúmenes de inversión en la red del Metro y de autopistas en la ciudad capital del país, sin reparar en que se atropella el sentimiento de las comunidades, arrancando las raíces de los barrios y de los asentamientos humanos, aumentando la plusvalía del sector de altos ingresos a costa de todo el país, conlleva una política pública errada, elitista, que acentúa y profundiza la desigualdad.

Las autoridades se solazan con anuncios que, como hemos dicho, agravan los problemas del mega centralismo, denotando su falta de visión-país. Permanecen insertos en el circuito de los auto elogios y las alabanzas mediáticas.

El tren de pasajeros y de carga puede potenciar la integración y la inclusión de la geografía económica y social de Chile, así como, contribuir a desahogar la propia capital del país.

Ojalá que la gente no se olvide de los malos ratos que se pasan en tacos y atochamientos; la misma buena memoria debiera existir respecto de la intranquilidad que se pasa en buses averiados y de precios vergonzosos.

Hay que impulsar un movimiento por la vuelta del tren a Chile.

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