Recuperar la confianza ciudadana

Chile tiene innumerables desafíos que van a requerir un esfuerzo mayúsculo de los distintos sectores para avanzar y lograr que el país retome la senda de desarrollo que abandonó hace varios años, entre ellos, reconstruir los sistemas de salud y educación, recuperar la capacidad de atraer inversión y terminar con la abusiva permisología que mantiene frenados múltiples proyectos productivos y la economía.

Muchas de esas tareas son de mediano y largo plazo, cuyos resultados -siempre que haya un cambio de rumbo- no se percibirán de forma inmediata. Todo lo que se ha retrocedido desde el estallido de violencia demorará, al menos, una década en recuperarse, siempre que se comience desde ahora con un plan destinado a ese fin.

No obstante, me parece que el desafío más grande de todos, y del que depende en gran medida la capacidad que tenga el país para ponerse de pie, es recuperar la confianza ciudadana en las instituciones republicanas. Mientras en Chile continuemos con la actual debilidad de las principales organizaciones, será muy difícil alinear a todos los estamentos en el propósito que he planteado más arriba.

No se puede desconocer que el deterioro institucional es un proceso larvado hace bastante tiempo y que no es responsabilidad exclusiva de este gobierno. Pero también es efectivo que esta administración de izquierda ha profundizado el fenómeno hasta el punto de hacer estéril cualquier esfuerzo por revertir el actual escenario. Los casos de corrupción, la brutal ineficiencia del Estado para ofrecer servicios mínimos a los ciudadanos que dependen del sector público en ámbitos cruciales de la vida y el deplorable manejo que ha exhibido La Moneda en el caso Monsalve, han terminado de pulverizar la confianza ciudadana en el sistema político e institucional, con las perjudiciales consecuencias que eso conlleva.

Se imagina el lector ¿cuáles hubiesen sido los niveles de participación electoral en los recientes comicios municipales si se hubiese mantenido el voto voluntario, después de todo lo ocurrido en el último tiempo? Si en el proceso electoral municipal de 2021, con sufragio voluntario, apenas votó el 40% del electorado, en esta ocasión estimo que no hubiésemos llegado ni al 30% por el nivel de desafección ciudadana que existe.

Cuando uno observa los temas que están en el debate público y en la prensa, en general, muy pocos están relacionados a lo que estamos haciendo para volver a crecer, o cuál es la mirada del país de aquí a los próximos 30 años, o cómo hacemos para diversificar la matriz productiva y aprovechar las oportunidades actuales para lograr que la economía vuelva a crecer de forma dinámica y no a paso cansino.

Todos los especialistas remarcan que llevamos una década perdida en materia de desarrollo económico y social, y que de no mediar giro alguno, corremos la misma suerte en el próximo decenio, lo cual tendrá como derrotero continuar alimentando frustraciones y malestar ante la incapacidad del país de ofrecer oportunidades de progreso y movilidad a los ciudadanos.

Los resultados de las recientes elecciones municipales ofrecen una luz de esperanza en cuanto a que la mayoría de los chilenos optó por retornar a posturas más moderadas y de centro, alejadas de cualquier afán refundacional y polarizante. Y es que los ciudadanos parecieron comprender que el experimento que pretendió implementar la izquierda radical ha tenido costos demasiado altos para las personas de a pie, con lo cual no es difícil imaginar lo que hubiese pasado si ese mal experimento se hubiese concretado.

Recuperar esa confianza ciudadana le corresponde en gran medida a quienes tenemos cargos públicos y formamos parte de las instituciones del Estado. Esto nos obliga a tomar conciencia de la tremenda responsabilidad que recae hoy sobre nuestros hombros, y actuar en concordancia con el compromiso ético y conductual que eso conlleva.

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