Dicen que Santiago no es Chile, que una elección de 100.000 votantes no define si será la Nueva Mayoría la que retenga la piocha de O´Higgins, o por el contrario, Chile Vamos se probará por segunda vez la banda de José Joaquín Prieto. Pero la verdad es que están equivocados, el 23 de octubre, cuando 100.000 santiaguinos decidan entre Carolina Tohá y otros candidatos la alcaldía, Santiago será Chile, será nuevamente, y como sucede cada cuatro años, la madre de todas las batallas electorales, el trampolín de futuros candidatos presidenciales o el cementerio de los que rasguñaron la gloria electoral.
La historia es de dominio público, y se remonta a la génesis de nuestra nación, la cual por cierto, fue en su mayoría concebida entre plaza Italia y Estación Central, sin pasar del río Mapocho o las chacras de Carlos Valdovinos. Fue en este territorio de 22 kilómetros de extensión que la política surgió tal y cual la conocemos hoy, escenario que cobija nuestra sede presidencial, ministerios, palacios de justicia, sedes partidarias y un sin fin de organismos burocráticos que constituyen nuestro Estado.
Es la zona de nuestros símbolos patrios, de museos, parques y monumentos. Caminar por la comuna de Santiago es recorrer la historia de la fundación de la nación, es convivir con las proezas militares que estudiamos de niños, admirar los edificios patrimoniales, recorrer las calles y paseos que vieron a los ilustres expresidentes brindar sus más elocuentes discursos. Santiago es la historia de Chile, es nuestra historia, y cada 4 años esa historia es apetecida por todos los partidos políticos y coaliciones, quienes dejan todo de lado por disputar la madre de todas las batallas.
Pero las razones nos han sido equívocas hasta el día de hoy, o más bien, nos han hecho creer que la sed de conquistar Santiago radica en su historia antes mencionada, pues bien, nos han mentido, los políticos no apetecen Santiago por su belleza arquitectónica, por su importancia histórica o por su gente, Santiago es simplemente el espacio geopolítico más próximo a La Moneda al que hoy puede postularse un ciudadano.
Administrar, por voto popular Santiago, ha significado en nuestra historia una relación directa con el poder. Esta cercanía hace que cada uno de los alcaldes de la comuna administre situaciones tan banales como el cobro de los derechos de aseo, patentes y otros, a quienes en el papel detentan un mayor poder político.
La madre de las batallas ya está en marcha nuevamente, al igual que cada 4 años un nuevo inquilino o inquilina detentará el espacio de poder popular más próximo a Palacio, nada de eso cambiará con esta columna, únicamente que tal vez la próxima vez que te preguntes por qué todos los partidos apetecen administrar la municipalidad de Santiago, conocerás las razones reales.
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