Se desbordó Desbordes

La oposición tiene que concentrarse en seguridad ciudadana porque es una preocupación de primera magnitud y, en opinión comprobada de los ciudadanos, el mayor fracaso de gobierno. No se trata de tener sintonía fina, se trata de tener un sentido mínimo de ubicación. 

El espectáculo más triste que se podría dar es el de un gobierno que recibe más críticas airadas de su propio sector, que desde quienes tienen el rol de mostrar cuando un gobierno está en fragrante falta ante el país. 

Mario Desbordes ha dicho que "la gente siente que no estamos cumpliendo lo que hemos prometido". Cierto, no solo lo siente, sino que corresponde a los hechos. Y son hechos de la mayor gravedad. 

No deja de ser revelador que el mejor emplazamiento que se ha dirigido a Piñera en estos días haya provenido del ya citado Desbordes a Piñera: “¿Por qué la reintegración no es transable y el control de identidad sí lo es?”. Eso ocurre cuando te desborda la impaciencia y te sale el enojo. 

La pregunta es buena porque deja en evidencia una falencia crónica de la conducción de Piñera. Se acomoda caso a caso, pero no hay línea de conducta basada en orientaciones coherentes. Este gobierno quiere ser efectivo sin ser consistente. Pero así no se puede conducir bien un país. 

Cuando se expande la sensación de que los que dirigen la nación están fracasando en aspectos básicos, comienzan a multiplicarse las conductas contrarias a las normas. La evasión masiva del pago de la entrada al Metro, en la capital, es mucho más preocupante como síntoma que por su costo económico. No solo se fracasa en seguridad sino que aumenta la inseguridad. 

Cuando, como le ocurre al oficialismo, ha desplegado toda la batería de medidas que quería, sin restricciones y mayor presupuesto, con resultados inversos a lo esperado, lo que viene solo puede ser más grave. Sin soluciones y con un problema en ascenso, no hay que ser un genio para darse cuenta. 

Ante tamañas dificultades, los opositores no pueden hacer una exhibición de autismo político. Mantener la agenda que se tenía antes de una toma de conciencia masiva de un problema es una confesión de ineptitud. Por algo será que no se conoce organismo vivo que no se adapte a los cambios en el medio ambiente; cuando no lo hace por mucho tiempo se le llama “fósil”. 

Hay que saber reaccionar porque hasta ahora la centroizquierda parece empecinada en mostrar los reflejos de un gato de yeso. Cuando se tiene que concentrar en emplazar al gobierno, parece haber encontrado un bonito motivo para que las bancadas muestren sus diferencias. 

La votación por el control preventivo mostró una diferencia de opinión muy válida de discutir.

Es solo que lo que les pueda pasar a 155 personas, por representativas que sean, no puede predominar por sobre lo que les está ocurriendo a cientos de miles.

Hay más temor, un malestar generalizado, ampliación de conductas fuera de control y ninguna salida a la vista. Esa carga es explosiva en cualquier lugar el mundo.

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