Tareas pendientes a 6 años del 27 F

El 27 de febrero de 2010 muchas cosas cambiaron en Chile, y no sólo la geografía. Esa madrugada, el 75% de la población fue afectada por un terremoto que, considerando la magnitud, figurará entre los más fuertes en la historia del planeta desde que hay capacidad para registrar.

Más de quinientas personas fallecieron. Cada una de sus familias sufrió su propia catástrofe al perder a uno o más seres queridos. Las cifras en materia de impacto económico son enormes, de las más significativas de los últimos 100 años en lo que respecta a daños por un terremoto.

El desarrollo alcanzado por nuestro país en décadas de esfuerzo colectivo permitió que pudiésemos enfrentar las horas, días y años siguientes de buena manera, para que así  la recuperación pudiese ser abordada sin que ello significase una crisis adicional al ya gran impacto del 8.8 Richter de aquella madrugada. Algo que por cierto que no estuvo ajeno a errores, y que deben corregirse para modernizar nuestro sistema, pues si de algo estamos seguros es que los terremotos seguirán siendo una de nuestras grandes amenazas que cada cierto tiempo nos recordarán que debemos estar siempre preparados, tal como ha quedado de manifiesto en los dos grandes terremotos y maremoto que ocurrieron durante los últimos dos años.

El contexto no fue especialmente favorable para la reflexión posterior. Un cambio de gobierno que llevó a la Derecha a la administración del Estado incluyó, entre otras cosas, nuevas interpretaciones del ámbito de las emergencias, cierta paralización en las acciones y un retroceso en las tareas ya iniciadas. Por otra parte, la obsesión de ciertos sectores por caricaturizar los errores sólo provocó un estancamiento en la urgente necesidad de profesionalizar y modernizar nuestro sistema de emergencia.

Nuestro compromiso como Bancada DC desde un principio fue impulsar una reflexión profunda respecto de lo ocurrido aquella noche, y de esta manera establecer una posición constructiva que permitiera comprender que la gestión de emergencias y la seguridad pública son temas de Estado, donde debe primar la real necesidad e interés de proteger la vida, los bienes, el medio ambiente y la economía, aspectos que se ven amenazados, afectados y muchas veces profundamente dañados en las emergencias independiente de su origen, causa, magnitud, duración o complejidad.

Fue así como desde el primer año nos abocamos a profundizar en el análisis de lo ocurrido, mirar otras realidades y comprender que las cosas se pueden hacer mejor, que las personas deben ser nuestro centro de atención, y que cuando se trata de la protección de la vida, no hay espacio para las miradas pequeñas.

Es por ello que en esta fecha,  a 6 años de la tragedia del 27F queremos insistir en la necesidad de avanzar en un cambio sustantivo en materia de sistema de emergencias, reclamamos nuevamente por los acelerógrafos comprados en el 2008 y que aún no se instalan en un país como el nuestro que registra dos de los 10 terremotos más intensos en el mundo; seguiremos evidenciando y denunciando las falencias en comunicaciones, en el combate de incendios forestales,  aluviones y catástrofes.

Nuestras propuestas, que han logrado una positiva acogida en el gobierno de la Presidenta Bachelet, buscan avanzar hacia un sistema moderno, profesional, descentralizado y que considere la co-responsabilidad social, el fortaleciendo del comunitarismo, la solidaridad y participación comunitaria.

Creemos que en esta fecha dolorosa en que millones de personas recordarán su propia desgracia o la de algún ser querido, no puede ser sólo un momento de actos y ritos de recuerdo, sino que también de honrar a quienes sufrieron aquella madrugada, a quienes ha sufrido frente a otras emergencias y a las generaciones futuras, dando a conocer el trabajo realizado, pues lo hecho también es una forma de decirles a las víctimas que no los hemos olvidado, que aunque nuestras acciones no sean un titular, como Diputados DC hemos mantenido una posición firme utilizando las facultades que nos entrega la ley, el mandato y sentir ciudadano para mejorar nuestro sistema de emergencia y con ello fortalecer la seguridad pública.

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