El segundo gobierno de Sebastián Piñera aún no da señales políticamente explícitas de ser algo distinto a lo que fue el primer gobierno. Si bien hay una inercia natural de alivio de la gente y de algunos potenciales inversionistas por la asunción del nuevo gobierno después del gobierno, espiritualmente totalitario, de Bachelet, no es detectable aún un saneamiento del descontento público.
La gente tiene un descontento con todos y el gobierno no hace mucho por superarlo, sino que muestra más incertidumbre. A esto le sumamos los hechos de desempleo, independiente de la causa, que da exactamente lo mismo, pocos anuncios notorios de políticas de avance social explícito, hace que la gente se vea en una orfandad política de seguir esta situación por cuatro años.
De mantenerse todo constante, es probable que la gente vea en opciones más extremas una posibilidad real de cambio, en especial cuando el espectro de centro está fuertemente fragmentado y sin un liderazgo claro.
¿Qué extremo político se vería beneficiado? Aquel que dé certeza política, seguridad y orden. Certeza de cambios sociales mínimos, pero fundamentales; seguridad integral, desde el combate contra la delincuencia y la violencia hasta los problemas de previsión y salud; orden vinculado con estabilidad social, laboral, mayor confianza pública y exprese un más profundo valor nacional.
Entonces, surge la pregunta de si no habría algún actor de centro que pueda representar la certeza, la seguridad y el orden que desea el pueblo. Por cierto podría haber alguno, el problema está en que los partidos tradicionales están cuestionados.
La UDI no tiene clara su existencia ante el MAR, el campo socialcristiano está fragmentado en diversas expresiones sociales y políticas, en donde la DC no tiene relato y tampoco tiene asegurada su recuperación, el PPD está que sucumbe ante RD, el PS está a la deriva ideológica y política, por lo que sus sectores más moderados no tienen fuerza para imponerse.
El único partido tradicional en pie es RN, que no tiene en el futuro las cosas muy claras, ya que ante el vacío que reina en el centro, el conflicto será ideológico. En ese conflicto, liberales, social conservadores y social cristianos se verán las caras.
Los liberales, transversales políticamente, tienen sus mejores expresiones en EVOPOLI, y la parte más determinante del gobierno en el momento presente. En otros sectores de centro y de izquierda, están preocupados simplemente de la agenda valórica, sin destacar en otros temas de modo especial.
En consecuencia, el centro podría ofrecer certeza, seguridad y orden si sincera sus postulados ideológicos claramente, dando claridad política a la gente, de lo contrario, ya sabemos.
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