Un giro a lo imprevisto

El cambio presidencial en los Estados Unidos se ha convertido en un hecho mucho más trascendente que un simple cambio político en la administración norteamericana, es un giro a lo imprevisto, a lo imprevisible. Se trata de un cambio multidimensional: la concentración del conjunto de las decisiones en el liderazgo de Trump, ungido en una suerte de emperador planetario y el abandono de la política de los últimos 30 años, consistente en promover el libre comercio bajo el imperio de los consorcios transnacionales por el restablecimiento de un proteccionismo ultranacionalista ha convulsionado el escenario mundial, abriendo una nueva etapa de la globalización cuyos alcances hoy son indeterminables.

La estrategia de volver a ser "grandes de nuevo" conlleva la brutal descalificación de la administración de Joe Biden y el descrédito del sistema de partidos que prevaleció en la política interna de EE.UU. desde la posguerra, pero no es sólo el encono hacia el expresidente que lo derrotó en las reñidas elecciones de 2020, es una determinación intervencionista que incluye en contra de ciertos adversarios la acción militar directa, como sucedió en Irán.

Ante China y Rusia, la política de Trump es un reto confrontacional directo y descomunal que vuelve a colocar el armamento nuclear en la medición de fuerzas. Así también, agrede a sus vecinos, México y Canadá, generando un daño invaluable a la evolución interdependiente de la economía y las sociedades en esas naciones. Por ese camino ha tropezado con la dignidad inagotable de Claudia Sheinbaum, presidenta de México; y la vocación nacional de Mark Carney, primer ministro de Canadá, que han defendido a sus naciones con talento y firmeza.

Asimismo, resulta alarmante, la furibunda retórica impuesta por Trump, por internet, que apunta a la descalificación del régimen democrático; se trata de una propuesta que depone el carácter democrático representativo de la autoridad civil y lo deposita en el líder carismático y providencial que requiere la totalidad del poder para gobernar como "la situación lo requiere" ya que solo así se volverá a ser "grandes de nuevo". Esas aventuras ya las sufrió la humanidad dramáticamente.

Está situación que remueve los cimientos del escenario internacional ha traído también, era imposible que no, un coletazo a Chile. Nuestro lejano y prácticamente insular país no pudo quedar fuera de la convulsión creada por Trump, la causa ha sido nuestro cobre, el sueldo de Chile como le llamó el Presidente Allende, también cayó en la vertiginosa cascada de imposiciones arancelarias, según dijo el nuevo emperador, por razones de "seguridad nacional" desatendidas -en su opinión- por el "estúpido" Biden.

Lo absurdo y paradójico es que las razones de seguridad nacional indican que Estados Unidos necesita el cobre chileno, a tal grado de importancia que los obstáculos arancelarios puestos por Trump sí son definitivamente una estupidez que obstruye el camino hacia el objetivo de ser "grandes de nuevo", como el incontrolable presidente norteamericano predica.

Por eso, hay que mantener la calma y no perder la dignidad como pasa en la derecha y la ultraderecha que ofrecen "gente muy entendida y de grandes relaciones" para ir a la capital norteamericana a medrar por alguna rebaja en los aranceles anunciados y poner el interés de Chile en la bandeja de las tantas transacciones que hoy se ofertan en los salones de la capital estadounidense. Esa vía es un error, las relaciones corresponden a los gobiernos de ambos países. Es decir, en el seno de la plutocracia y las fuerzas conservadoras hay quienes se confunden. Su odiosidad en la política interna les hace tomar una conducta impropia, ajena al interés nacional, en estos momentos en que se producen tensiones con la principal potencia del capitalismo global.

Por lo demás, los emisarios de la oligarquía nacional hoy no tienen interlocución con Trump que se ha burlado y ridiculizado ese tipo de recados o gestiones porque entiende de correlaciones de fuerzas basadas en el número de misiles que una flota aérea puede o no descargar o las lanzaderas de cohetes desde plataformas en el mar o la profundidad de los océanos...

El Presidente Boric requiere todo el apoyo para que no se impongan a Chile términos leoninos en la relación con Washington. La realidad del 2025 no es la de 1970. La intromisión en nuestros asuntos internos solo trajo dolor y penurias a Chile. El gobierno democrático, ayer y hoy, no ha representado ni representa amenaza alguna para los Estados Unidos. Por el contrario, Chile ha mantenido relaciones diplomáticas de respeto, cuidadosas y bien llevadas. De modo que debemos saber mantener -como país- la templanza que la salvaguarda de la soberanía nacional nos demanda.

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