En la antesala de la Cuenta Pública, el Gobierno ha venido haciendo anuncios que anticipan los focos en los que el Presidente Boric pondrá énfasis durante su alocución, que como se ha podido observar, están muy lejos de las verdaderas prioridades de los chilenos.
Pero más allá de los anuncios que finalmente realice el Mandatario, lo cierto es que este gobierno se encuentra absolutamente sobregirado y sin línea de crédito para sacar adelante lo que aún queda de su fracasado y ampliamente rechazado programa, considerando que quedan menos de dos años para que termine el período.
El mal desempeño de esta administración en áreas tan sensibles, como son la seguridad pública, la inmigración, la salud y la educación, sumado a errores estratégicos no forzados, propios de principiantes, y de la escasa preparación y conocimiento del funcionamiento del Estado por parte de muchas autoridades, provocaron no sólo una rápida pérdida de confianza ante una ciudadanía incrédula, sino que también un deterioro en el proyecto político que venía a ofrecer la izquierda radical, con ofertones refundacionales que se truncaron el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.
Lo complejo de este escenario, y el desafío que tiene La Moneda hoy, es cómo podrá avanzar en medio de dos años electorales que probablemente mantengan paralizada en gran parte la agenda de las grandes reformas que quiere impulsar el Ejecutivo, no por falta de espacio para alcanzar acuerdos con la oposición, sino porque su sesgo ideológico en materias como las pensiones y el pacto fiscal ha impedido que se llegue a consensos en esas materias.
Si a ello sumamos la falta de liderazgos con estatura de Estado en los elencos del Gobierno, partiendo por el propio Presidente Boric, que un día se viste con ropajes de Mandatario y al otro se cubre con un manto de activista universitario, que no ha podido abandonar y que cada cierto tiempo aflora, enderezar el rumbo de la conducción del país no es tarea sencilla y soy muy poco optimista de que se pueda lograr en lo que queda de esta gestión que languidece.
En definitiva, el Ejecutivo actual está pagando los costos y viviendo en carne propia lo que ocurre cuando se instalan mecanismos de obstrucción con tal de paralizar o impedir que el gobierno de turno avance, aun cuando se trata de medidas que van en beneficio de la ciudadanía, y que fue lo que ellos hicieron en la administración anterior. A diferencia de esa oposición, quienes somos parte de la actual, hemos intentado lograr acuerdos con el oficialismo en los ámbitos más relevantes para la ciudadanía, pero la gestión del Presidente Boric a ratos ha subvertido las prioridades de los chilenos, poniendo por delante aquellas que son de interés sólo para sus incondicionales.
A modo de conclusión, el Gobierno es una cáscara sin frutos, escaso de resultados que permitan delinear cuál será su legado, ya que hasta ahora, lo que legando al país, no es más que un largo lastre marcado por sucesivas crisis en diferentes ámbitos, y que no se podrán resolver en el escaso tiempo que le queda a La Moneda al mando del país.
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