El agraz se manifiesta en la votación del sexto retiro que muestra sin duda la pobreza que afecta a parte de nuestra política. Parece insostenible que las claras explicaciones del ministro Mario Marcel, en las que demostraba que esta medida en ningún caso podría atender las necesidades de personas de estratos medio y pobre, hayan persistido en el absurdo.
Según estudios de los economistas Elisa Cabezón, Matías Pablo y Soledad Hormazábal, de Pivotes, información que fue entregada a los parlamentarios, el 66% lo obtendrían individuos con empleo formal, el 43% sería recibido por los hogares del quintil más rico y solamente 5% de los fondos serían para el quintil más pobre (20% de menores ingresos).
Más aun, sabiendo que lo que entraba por una mano se la quitaban por la otra (la inflación), por lo que era un juego abusivo con las necesidades de la gente, algunos persistieron en su tozudes. ¿A quién querían apoyar?
Es cierto, la mayoría sensata se impuso, sin embargo creo que no se puede dejar pasar el exabrupto de algunos parlamentarios, que deben ser conocidos y reconocidos para no darle espacio en una próxima elección.
Ahora, cuando los que votaron su aprobación son miembros de los partidos de gobierno, la estupidez no tiene límites. Significa que sus particulares posiciones quieren imponerse sobre un proyecto colectivo. Porque lo único que los mueve es el voto para perpetuarse, mientras puedan, pero en ningún caso servir al país y a quienes más lo necesitan.
Vale la pena colocar nombres: los socialistas Nelson Venegas, Danisa Astudillo y Marcos Ilabaca; los liberales Luis Malla y Alejandro Bernales, los radicales Cosme Mellado y Alexis Sepúlveda; y Cristián Tapia, Mónica Arce, Jaime Araya, Camila Musante, Carlos Bianchi y Marta González, todos miembros del comité Independientes-PPD.
Finalmente, en el sector de Apruebo Dignidad: Marisela Santibáñez (PC) y Marcela Riquelme (IND-FA). Además de la parlamentaria de Acción Humanista, Ana María Gazmuri.
Reitero, es bueno que la opinión pública conozca a los que le hacen el juego a su propio gobierno, que no respetan el proyecto común, sino solo su particular interés.
El país espera que la nueva Constitución permita ordenar nuestra política y genere mecanismo que terminen con estas conductas que tanto daño hacen al país.
Veamos la parte dulce. Sin duda está reflejada en el diálogo, el debate y los acuerdos. Los mismos que se lograron en la propuesta constitucional de los expertos que provenían de las distintas variantes políticas del país y que sin duda es un tremendo desafío para los consejeros constitucionales. Lo que parecía casi imposible se pudo lograr, por lo tanto solo pueden darse ahora avances, de lo contrario los electores cuestionarán el trabajo de los consejeros que al final podrían ensuciar un gran trabajo que daba viabilidad a un gran acuerdo nacional.
Por otro lado, estos últimos días ha sido un periodo muy fecundo en los acuerdos para establecer leyes de importancia para la vida del país. La de royalty minero, la de sueldo mínimo, la de bases generales del medio ambiente, la que mejora la persecución del narcotráfico, la que modifica el Código Penal para sancionar la conspiración para cometer el delito de homicidio, la que establece un régimen de protección y reparación integral en favor de las víctimas de femicidio y suicidio femicida y sus familias, la que modifica la carta fundamental en materia de regulación migratoria, la ley para ampliar las facultades de control policial para efectos de aplicar las medidas establecidas en la ley n° 21.325, de migración y extranjería y la ley de las 40 horas laborales, entre otras.
Todo esto nos muestra que siempre cuando está primero el bien del país, es posible alcanzar importantes transversales acuerdos y nuestras diferencias no son una imposibilidad al avance.
Si a esto agregamos el diálogo que se ha establecido entre quienes tuvieron en sus manos la gestión de la pandemia de Coronavirus del gobierno anterior con quienes están enfrentando la actual epidemia infantil de Adenovirus y otras, nos muestra lo virtuoso que es la mirada fraternal entre quienes vivimos esta casa común y anhelamos lo mejor para los niños y el país, comprendiendo y aceptando nuestras diferencias, dejando de lado el ideologismo en función del bien común.
En todas partes las oposiciones son fuertemente conflictivas y hasta obstructivas, porque al parecer no les interesa el éxito del gobierno para ellos poder alcanzar el poder en la elección siguiente. Aquí no funciona esto de "no hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí", porque siempre terminan atrapados en la misma conducta. Unos más, unos menos todos tienen tejado de vidrio al respecto.
El tema es que si queremos hacer un Chile mejor, necesariamente se requiere de un profundo cambio de nuestra política, donde definitivamente se mantenga una conducta de diálogo y acuerdo, propia del parlamentar y se termine con la inmadurez política de quienes solo están en el poder para servirse y no para servir.
Sin embargo, todo pasa por nosotros los electores, que debemos estudiar con lupa a los candidatos y realmente saber elegir.
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