Incivilidades sociales, retos a las comunidades universitarias

Desde sus orígenes, a mediados del siglo XII, "la universidad" asume tanto el cultivo del saber cómo contribuir a sociedades más democráticas, formado ciudanías libres, respetuosas y justas, lo que rebasa la finalidad napoleónica de modernizar la sociedad. Hoy más que nunca, es fundamental enriquecer capacidades emocionales, visiones éticas y compromisos con el bien común y el buen vivir. Misión que es amenazada la sociedad del desecho, o, del desprecio, según Galeano o Honneth.

La comunidad universitaria se ve enfrentada a la arremetida de lo que Joy Peluchette, Katherine Karl y Jerry Kopf conciben como incivilidad social, una disrupción en normas de comportamiento que afectan el desenvolvimiento de las interacciones humanas y con el medio ambiente. No se trata solo de consumo de alcohol y drogas en la vía pública, infracciones de tránsito, peleas o desordenes en espacios masivos.

Se habla de actitudes como llegar tarde al trabajo, utilizar el teléfono móvil en clases, emitir discursos de odio, estigmatización, bullying, hasta la degradación del entorno o manifestaciones antisociales como daños a la propiedad, rayados, ruidos molestos, violencias escalonadas, comercio ambulante desregulado, delitos, balaceras, narcotráfico, crímenes, entre otros.

A nivel nacional, la Subsecretaria del Prevención de Delito informa un aumento de 46% de actos de incivilidad en 2024. La percepción de inseguridad llegó a 87,6%, con una percepción de delincuencia de 76,4%, sumado a un Índice Paz Ciudadana dando cuenta de que el 97% de la población encuestada ha modificado sus rutinas por temor o inseguridad.

¿Qué hacer ante este panorama? En el ámbito universitario es indispensable recuperar la responsabilidad política fundacional, centrada en la formación de ciudadanos/as íntegros/as, capaces de sustentar el valor de lo público, pero, además, la conciencia cultural y colectiva, como lo pensaba Ortega y Gasset. Según Bara, la universidad está en constante estado de naufragio, por las complejidades impuestas por un mundo globalizado.

Así como Ñuñoa, Providencia y Santiago están desplegando planes para recuperar la excelencia de liceos emblemáticos y erradicar hechos violentos, es perentorio que las universidades forjen una cultura del civismo, alentando la madurez emocional de sus comunidades y alentando diálogos hacia el consenso, resolución no adversarial de conflictos, sensibilidad social en un clima de tolerancia, respeto, preocupación y cuidado por los demás y por los espacios donde se cohabita. Para esto es fundamental crear entornos de vida universitaria seguros, inclusivos, de apoyo y liderazgo ejemplar, así como normativamente claros y pertinentes a los tiempos que corren.

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