Coescrita con Hernán García Moresco, licenciado en Educación en Matemática y Computación, diplomado en Big Data y diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública
El pasado 30 de abril finalmente se inscribieron las candidaturas que competirán para lograr un nombre único sobre el cual convergerán programas de gobiernos, militancias, adherentes y sensibilidades cercanas a ese liderazgo que descantará, ojalá con la mayor cantidad de votos. Hay que convenir que, en la lectura rápida, el sector que logró inscribir su primaria se presenta coherente y con posibilidades de ostentar una propuesta coordinada y en el mismo camino, con más posibilidades de ganar la elección presidencial conforme pasan los días. Punto que debe descatarse, pues hace unos meses atrás existía un atribulado oficialismo que mostraba brotes de derrota anticipada.
Por su parte, el intento de Chile Vamos de realizar primarias no prosperó, toda vez que las derechas extremas no dieron el sí para integrarse, permitiéndose una estela de incredulidad, pues todo evidenciaba un quehacer sin una adecuada coordinación, menos organización o acuerdos, a la altura de quienes buscan administrar el país, dejando derivadas como: a) al senador Francisco Chahuán sin partido; b) la posibilidad que el exjefe comunal de La Florida sea candidato al Senado por el Partido Republicano, y c) la elección de la diputada del distrito 20 Francesca Muñoz, como candidata presidencial del Partido Social Cristiano (PSC).
Es decir, aplicando la teoría del consenso de Giovanni Sartori, en las derechas chilenas debió establecerse un acuerdo, a lo menos, sobre cómo se tomarían las decisiones, pero en cambio optaron por la mutua agresión, las presiones directas y la peor de las estrategias: la división. Toda vez que la suma electoral de los votos de todos ellos llegaría al 53% (elecciones de Concejales 2024). Mientras en la vereda oficialista, más el PDC, con solo el 41% de los votos en Concejales 2024, el ejercicio busca la unidad, esto es, alinear las fuerzas en orden a encontrar las consistencias políticas, ideológicas y programáticas.
En lo específico se podría indicar que el ejercicio de primarias logró alinear las fuerzas políticas colocando con bríos los nombres de Carolina Tohá (PPD), Jeannette Jara (PC), Jaime Mulet (FREVS) y Gonzalo Winter (FA). Esta alineación de liderazgos logró exitosamente el paso a la elección primaria, en el entendido que reunió los intereses y aspiraciones de quienes convocan.
Sin perjuicio de que lo anterior es parte de los resultados democráticos esperados de un ejercicio de primarias, en su fase previa, donde las elecciones racionales de los actores involucrados concretan sus cálculos para mejor disponerse en las siguientes fases de la elección consignada, vale la pena detenerse en otras consideraciones, que es incapaz de valorar ajustadamente este enfoque (rational choice), como es considerar la vida interna de los partidos políticos y los sentidos de representación política, ello, pensando en la alineación del Partido Socialista (PS) con la candidatura del PPD.
En esta línea, un punto por relevar es el proceso político esculpido por el PS, que explicaba su candidatura a la elección primaria, pues es menester considerar que se justificaba a sí misma por el ejercicio de poder acumulado en representación (bancada en el Congreso, gobernadores, alcaldes, etc.); sumada su presencia en el Ejecutivo, permitiéndole a La Moneda gobernabilidad y gobernanza en todo el espectro de la agenda pública (resuena la asertiva afirmación de apoyar al gobierno sin condiciones el año 2021); agregándose su última elección interna, donde demostró, aunque sea en el margen de valoración pública, consistencia interna efectiva movilizando alrededor 16.000 votantes a lo largo y ancho de la patria tri-continental, demostrando ascendencia sobre un espacio geográfico concreto, pudiendo cristalizar relaciones espaciales de poder efectivas. Esto último, en la siempre necesaria y estratégica complementariedad con los territorios virtuales que representan las redes sociales y otros esquemas que permiten la interacción social.
Por ello, la renuncia del PS a llevar su propia candidatura se suma a la elección de 2017, donde los mismos socialistas descartaron(1) la postulación del expresidente Ricardo Lagos y optaron por el independiente Alejandro Guillier y luego, en el proceso 2021, no logró ser parte de un acuerdo más amplio, quedando en la deriva electoral. Entonces, el resultado de la deliberación interna (2025) de su último comité central, que proclamó a Carolina Tohá, el mismo que había unánimemente buscado representar por medio de su presidenta -Paulina Vodanovic- como liderazgo que encarna el proyecto socialista de justicia social para mujeres y hombres, en pleno siglo XXI, se podría explicar por una genuina vida partidaria con vocación de unidad.
Cualquier observador de la plaza, con intereses distintos a los que se consignan en esta opinión, podría indicar que se materializó una anomalía partidaria, que la misma se entendería única y exclusivamente en la imposición de unos intereses ya pactados y articulados (poderes fácticos se llamaban antes), que no dejaron que esta candidatura del PS prosperara, frenándolo de un fortalecimiento político y público, que sin perjuicio del resultado de la primaria (ganar o perder), habría sido una culminación, a todas luces, de la decantación del proceso político antes dicho.
Lo ocurrido, que no es nuevo en el socialismo chileno, como tampoco en otros partidos políticos del sistema, es una señal que debe aquilatarse en la coyuntura, pero también en la definición de la convicción personal y colectiva, en el sentido clásico de la representación política. El proceso político del PS justificaba su candidatura, sin perjuicio de encuestas no realizadas y/o de comentarios de analistas ocasionales, que horadaron el avance de una campaña para la elección primaria.
Ante su no inscripción, frena un principio básico de los partidos políticos, cual es representar ideas y esperanzas, basados en las convicciones para un futuro mejor, pero la representación política también se logra por medio de este tipo de decisiones. No todo es ganar elecciones. La vorágine de los años 2020-2021 la sorteó satisfactoriamente el PS, con pandemia y proceso constitucional incluido, probablemente, lo haga otra vez. El desafío está en aprender colectivamente.
(1) Los socialistas chilenos sepultan la candidatura de Ricardo Lagos
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