El pasado 5 de octubre, la conmemoración del plebiscito realizado en 1988 trajo inevitables remembranzas que realzan en la memoria histórica la épica social y política que motivó la unidad del pueblo chileno para derrotar a la peor dictadura de nuestra historia.
En efecto, Pinochet y su entorno pretendían perpetuarse a través de un referendo que podían controlar y ganar. Ese plan era sostenido por la derecha económica, la tecnocracia privatizadora y la UDI, principal organización política de la dictadura. El otro partido de derecha, RN, formado en su mayoría por oligarcas del campo, se veía obligado a respaldar ese diseño, aunque había en su seno voces importantes que propiciaban la presentación de un nombre de la derecha civil como candidato.
Sin embargo, en la Junta Militar pasó lo que era inevitable, a fines de agosto de 1988 se impuso Pinochet, quien fue oficializado como candidato y en el régimen los sectores civiles renuentes debieron plegarse sin más trámite ni reclamo a la estrategia del dictador, apoyado férreamente por el aparato castrense y la burocracia, bajo control de la UDI, disponiendo de recursos fiscales ilimitados, otorgados por la Junta Militar, entonces el "Poder Legislativo".
El plan de la tecnocracia neoliberal era brutal, consideraba que el peso enorme de la estructura dictatorial más el soplonaje en las poblaciones y el control de los barrios por los municipios intervenidos y la férrea censura comunicacional ahogarían cualquier oposición social y que la ciudadanía debería, a la postre, resignarse a la continuidad de Pinochet si no la revancha del terrorismo de Estado sería terrible. Ese era el designio de la opresión: no había otra opción que resignarse al dictador.
Sin embargo, las protestas sociales, desde mayo de 1983, habían derrumbado el receso político y las fuerzas populares se organizaron nuevamente en el territorio nacional, así se extendió el rechazo a la perpetuación del dictador, los partidos políticos de centro, centroizquierda e izquierda lograron confluir en la opción "No", dando una nueva perspectiva a la inscripción en los registros electorales. Asimismo, generaron un lema de la mayor amplitud: "La alegría ya viene", creando una franja del No que replicó certeramente a la campaña del terror del régimen.
Así también, los partidos políticos que emergían después de una larga persecución fueron capaces de materializar lo que parecía imposible bajo la dictadura: una maciza red de apoderados que en cada mesa de votación tuvo el coraje y la capacidad técnica para impedir el fraude e informar oportunamente a la central de cómputos del Comando Nacional del No. Se logró derrotar el miedo.
Estos factores decisivos se articularon y complementaron, en una potente y fecunda retroalimentación, que fue adquiriendo consistencia en un proceso complejo, pero ascendente, haciendo crecer una voluntad libertaria indoblegable, vigorizando a las fuerzas antidictatoriales. Así, surgieron las condiciones para la formación de la Concertación de Partidos por la Democracia.
En consecuencia, desde la lucha política y social se creó una alternativa democrática de gobierno, ante ello la amenaza del terror, factor central de la estrategia de Pinochet y la UDI, pasó a ser un recurso ineficaz. Chile buscaba dejar atrás la etapa nefasta del terrorismo de Estado. La situación nacional se volcó a favor del cambio democrático lo que hizo imposible la perpetuación del dictador.
Incluso, al concluir el recuento de votos, ya en las primeras horas del 6 de octubre, en La Moneda el dictador derrotado intentó declarar el estado de sitio como paso necesario para desconocer el triunfo del No, pero no pudo hacerlo, el comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y el director general de Carabineros se negaron a firmar el decreto que precipitaba, en los hechos, un nuevo golpe de Estado.
El país se convenció que el sueño de vencer el temor y poner término al régimen dictatorial era posible, como también lo era frenar el despojo de los recursos nacionales por medio de las escandalosas privatizaciones que enriquecían a los acólitos del autoritarismo, así como, convivir sin allanamientos masivos, asesinatos impunes, sin la corrosión moral del régimen embriagado en su ira antipopular. Esos objetivos pasaron a ser alcanzables por la unidad y voluntad democrática de la comunidad nacional. Fue una proeza histórica.
En los últimos años, el daño de la pandemia en las familias, el agravamiento de las condiciones económicas y sociales por el impacto del cambio climático, el deterioro del sistema político y el crecimiento de la ultraderecha constituyen factores que han ido mermando la confianza en el régimen democrático, ante ello adquiere especial significado la recomposición del tejido social y la recuperación de la confianza en las perspectivas del país. Hay que derrotar la desesperanza.
La guerrilla política sin horizonte y la retórica inconducente socavan la voluntad necesaria para vencer las dificultades y fortalece la opción reaccionaria que empuja la derecha ultraconservadora. Hay que luchar con la mística y la voluntad de la gran jornada democrática del 5 de octubre de 1988. Hay que derrotar la regresión autoritaria y afianzar la democracia en nuestro país.
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