Sentirnos parte de un país: el retorno del tren como símbolo de equidad y desarrollo

Hace algunos días, en la Región de Los Lagos vivimos un día histórico: junto al Presidente de la República, Gabriel Boric, y al presidente de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, Eric Martin, dimos inicio oficial al retorno del tren, una de las demandas más sentidas por nuestras comunidades.

Desde que el servicio ferroviario se interrumpió en 2008, la necesidad de contar con un transporte público eficiente y sostenible se ha vuelto cada vez más crítica. Los números hablan por sí solos: mientras en la Región Metropolitana, en los últimos siete años el costo del transporte público ha subido apenas $70 pesos, en Los Lagos los recorridos no regulados -de bajo estándar, frecuencia deficiente y preocupantes niveles de inseguridad- han aumentado entre $700 y $1.300 pesos. Es decir, entre 10 y 18 veces más.

Esta realidad afecta directamente a miles de personas que deben viajar cada día entre comunas para trabajar, estudiar o acceder a servicios esenciales. Y para responder a esa creciente necesidad de movilidad, no podemos seguir apostando únicamente al automóvil particular. Por el contrario, debemos diversificar los modos de transporte, y poner en el centro al transporte público. Diversos estudios internacionales han demostrado que un sistema de transporte accesible, predecible y seguro tiene un impacto directo en la calidad de vida, la salud mental, la equidad social y el desarrollo económico. Según la OCDE, reducir los tiempos de desplazamiento mejora el bienestar y representa un ahorro significativo para las familias. Además, disminuye la congestión vehicular, reduce las emisiones contaminantes y fortalece la cohesión urbana, especialmente en territorios fragmentados como el nuestro.

Por eso, después de décadas de espera y promesas incumplidas, volver a ver el tren uniendo las ciudades de Llanquihue, Puerto Varas, Alerce y Puerto Montt es algo que nos devuelve el alma al cuerpo. Muchos dijeron que era cosa del pasado, inviable o innecesario. Pero la realidad habla por sí sola: desde el inicio de operaciones, el 22 de abril, más de 13 mil personas han usado este servicio, promediando más de 1.200 pasajeros diarios.

Este logro no es casual. Es el resultado del trabajo sostenido de comunidades, autoridades locales, regionales y nacionales, y principalmente de los equipos ministeriales, técnicos y directivos de EFE que convirtieron, con profesionalismo y compromiso, un anhelo en un servicio real y de alto estándar.

Hoy celebramos y agradecemos profundamente. Pero también proyectamos. Queremos que el tren opere los fines de semana para potenciar nuestra vocación turística; que aumente su frecuencia y que se habiliten nuevas estaciones para facilitar el acceso en donde más se necesita, como en Puerto Chico. Incluso, que permita en un futuro conectar a otras comunas como Frutillar. También estamos trabajando intensamente para que este servicio ferroviario esté integrado con el futuro servicio de transporte público eléctrico, para que nuestra ciudad sea un ejemplo nacional de movilidad. Porque estamos convencidos de que el tren debe ser un pilar del desarrollo para nuestra región.

El tren volvió. Y con él, también volvió la esperanza de sentirnos parte de un país. De sentirnos, verdaderamente, parte de Chile.

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