Lo de Argentina no es casualidad. La reiteración de episodios controversiales en materia de la defensa nacional y soberanía, dirigidos hacia Chile, sugieren una estrategia de la Casa Rosada, desde que asumió el actual presidente Javier Milei, en diciembre pasado, y que apunta a instalar e ir posicionando en la prensa y opinión pública sus aspiraciones geopolíticas en el cono sur del continente y realizando algunas maniobras como señal clara hacia nuestro país.
La más reciente es la publicación en redes sociales que hizo el Ejército argentino, donde se apreciaba una foto de militares de ese país evaluando escenarios de invasión, en que se observaba un mapa con una supuesta intervención chilena a territorio trasandino. Aunque el posteo fue posteriormente borrado, que se haya subido denota una intención comunicacional, porque obviamente el hecho provocó revuelo mediático.
A esto se suma lo ocurrido hace un par de meses, cuando se detectó que la nación vecina instaló unos paneles solares de una base militar de ese país en territorio chileno. Si bien el gobierno argentino señaló que fue un error de cálculo de la empresa que colocó los artefactos, lo cierto es que hubo una intromisión indebida. Y no debemos olvidar las aspiraciones de Argentina en relación con la plataforma continental, ya que en sus mapas incorpora como parte de esa plataforma, territorio chileno, desconociendo lo establecido en el Tratado de Paz y Amistad de 1984.
Se trata de gestos sutiles, pero inamistosos, que se van acumulando, y que comienzan a generar inquietud y deben llamar la atención del Estado y Gobierno chilenos, especialmente de la Cancillería y el Ministerio de Defensa, porque estas actitudes enrarecen las buenas relaciones que han mantenido ambos países en los últimos lustros y que no se deben empañar con hechos de esta naturaleza.
Pareciera que el Ejecutivo argentino también busca afirmarse en la política interna mediante estos episodios, ya que cuesta encontrar otra explicación frente a acciones unilaterales sin fundamento y sobre las cuales Chile debe expresar diplomáticamente su incomodidad y marcar su posición con claridad, porque en materia de defensa y soberanía, no podemos pecar de ingenuos.
Con Argentina tenemos desafíos comunes sobre los que debemos trabajar de manera conjunta, como son la amenaza del crimen organizado transnacional, infraestructura y conectividad binacional, logística, además de profundizar la integración comercial de dos países que tienen un intercambio estratégico.
Esa es la agenda sobre la que debemos seguir construyendo y avanzando para lograr una cooperación mutua que genere mayor bienestar y progreso a los habitantes ubicados a los dos lados de la cordillera, la que no debe empañarse con situaciones que transgreden esa amistad cívica que tanto ha costado consolidar y que no debe ser manchada por intereses coyunturales mezquinos.
Las relaciones de Estado son permanentes y debemos abordarlas con ese sentido de largo plazo, dejando de lado tentaciones oportunistas que sólo buscan obtener réditos pasajeros, cuando nos une una historia republicana común y muy valiosa.
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