El Presidente boliviano y sus autoridades parecen no tener límites. Es que a medida que se acercan las instancias finales del juicio en La Haya, las acciones de propaganda, presión y provocación hacia Chile se intensifican.
No sólo hay que soportar una incesante campaña de declaraciones poco afortunadas en la prensa o en las redes sociales, sino que además ahora hay que sumar el envío de tropas "de elite" a la frontera con Chile, sino que además - la guinda de la torta - la interpelación al Vaticano para interceder en el caso de los militares bolivianos procesados.
Situación particularmente delicada, la acción militar, tal como lo dijo el Canciller Muñoz, ya que si bien el gobierno altiplánico tiene derecho a hacer lo que quiera dentro de sus fronteras, es evidente que movilizar tropas militares en un contexto de tensión internacional no genera más que sospechas e incertidumbre.
Cansa que Bolivia piense que no nos damos cuenta del tenor de esta campaña orquestada y de mala fe. Han convertido un delito, un caso policial, en parte esencial de su estrategia política en función del diferendo marítimo que La Paz insiste en mantener y que nosotros hemos argumentado en Derecho que no existe.
El gobierno boliviano está siendo incapaz de ver los grandes temas, buscando el desarrollo o aportando al crecimiento de la Región. Está concentrado de manera irracional en perpetuarse en el poder insistiendo en la estrategia de la victimización, a través de la llamada causa boliviana. Ello sin considerar que su país cuenta con las mayores facilidades para su tránsito comercial a través de los puertos chilenos en el Océano Pacífico, con un plazo de 12 meses para almacenar gratis su carga en tránsito, y tiene beneficios únicos para el uso de nuestros puertos.
Es decir, Bolivia no está intentando resolver su "enclaustramiento" o su salida al mar porque eso ya lo tienen asegurado. Lo que está haciendo Evo Morales es generar un conflicto artificial para poner en entredicho la soberanía chilena en territorio que es y seguirá siendo chileno.
En Chile impera el Estado de Derecho, eso el gobierno boliviano debe tenerlo claro. La detención de los militares y agentes bolivianos se hizo como parte de un control policial, ha sido conducido por la Fiscalía y los Tribunales que acá funcionan de manera independiente y autónoma del poder político. Por lo tanto, este caso policial no tiene ninguna vinculación ni con la demanda en La Haya por el asunto marítimo, ni con el asunto del río Silala.
Mientras más estridente se vuelve la estrategia boliviana, menos ánimo va a tener Chile de retomar el diálogo y la relación de normalidad.
Es interesante este punto porque nuestro país está modernizando su economía, tendrá un mayor crecimiento a contar del año que viene, actualizará su red de acuerdos comerciales y lanzará un programa de logística para la exportación que incluye mejoramientos camineros y en puertos, de modo de facilitar el comercio exterior. De todo eso y más, podríamos estar hablando con Bolivia.
Pero no. Ellos prefieren enfrascarse en decisiones equívocas de sus dirigentes políticos que arrastran a un pueblo boliviano que de seguro, quiere hablar de cosas grandes.
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