Nada hacía presagiar que la designación de embajadores se transformaría en un dolor de cabeza para el Gobierno del Presidente Boric. Si bien es cierto, luego de la última polémica del embajador en España, Javier Velasco, cuando invitaba a españoles a proveer armas a Chile -por la crisis con Israel- las aguas se calmaron e, incluso, hace poco se reunió con parlamentarios que visitaron el país y se disculpó por su accionar.
Lo innegable es que esta polémica se sumaba a otras cuando, por ejemplo, en un foro criticó los 30 años -despertando la molestia del Socialismo Democrático- y tras subir una foto a las redes sociales en donde se veía su pareja apoyada con su pierna en su muslo, entre otras. ¿Corresponde a la imagen que debe proyectar un embajador de Chile? Por supuesto que no.
Sin embargo, a Velasco también su suman al menos otras cuatro designaciones que han sido cuestionadas: Sebastián Depolo en Brasil, quien estuvo casi un año esperando el beneplácito de Brasilia para asumir; Bárbara Figueroa en Argentina, quien fue criticada por la mal lograda factura de un video del poeta Gonzalo Rojas, que incluso contenía faltas de ortografía; la estrambótica exembajadora en Reino Unido Susana Herrera, cuestionada debido a su presentación de un proyecto de recaudación de cinco millones de dólares a la Gobernación del Biobío, sin cumplir los procedimientos; y finalmente el designado -pero que el mismo Gobierno bajó antes de asumir- Andreas Pieroti. Si algo tienen en común estas personas es su nula experiencia en temas diplomáticos.
Con todo, en las últimas décadas las designaciones de embajadores se han visto llenas de suspicacias por ser calificadas por la opinión pública, en su gran mayoría, como "premios de consuelos" a políticos que perdieron alguna elección o que se encuentran sin trabajo. No obstante, también han existido algunos que se han repetido el plato en más de un gobierno, y otros que sí cumplen con los pergaminos para asumir. Y aquí hay un punto dada su importancia: la labor de los embajadores se remonta a la diplomacia, una palabra que tiene como acepción principal la relación entre Estados con el fin de mantener un intercambio económico, social, político y cultural.
En otras palabras, ser un puente de comunicación efectiva para lograr resultados que beneficien a los países. Es por esto que es incomprensible que muchas veces los mandatarios realicen designaciones tan erráticas, ya que no solo ponen en tela de juicio su administración, sino que también la imagen de Chile en el exterior. Hay que preocuparse de subir los estándares, revisar de forma más exhaustiva los pergaminos y establecer mecanismos de designación más eficientes.
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