Uno de los elementos centrales de una política exterior seria consiste en evitar relacionar los actos de esa política con las contingencias de la situación interna del país.
Ello ha sido, salvo el período de la dictadura, una de las fortalezas de la política exterior de Chile, por lo cual ha sido reconocida, especialmente en el ámbito regional.
Esa es la razón básica por la cual aparece como una imprudencia tan manifiesta la decisión del Presidente Piñera de ir a Cúcuta, con la excusa de entregar “ayuda humanitaria” a Venezuela.
Este rechazo se funda en dos razones básicas. En primer lugar porque, de acuerdo a las Naciones Unidas, el índice de “necesidad de ayuda humanitaria” en Venezuela es de 4.5, versus, por ejemplo, el caso de Colombia, que figura con 5.5. Es decir, Colombia requeriría más “ayuda humanitaria” que Venezuela.
Por cierto, Haití requiere mucho más esa ayuda que Venezuela, como resulta demasiado obvio.
Lo segundo es que, más allá de la polémica acerca de la situación venezolana, precisamente las indicaciones de Naciones Unidas, señalan que, jamás, la ayuda humanitaria puede estar ligada a actos de connotación política, como obviamente es el caso.
Pero, en la decisión de Piñera hay un elemento adicional que hace que este acto imprudente sería aún más rechazable. Durante el mes de febrero, nuestro país ha sido azotado por incendios en el sur, que han llevado al Alcalde de Cochrane, de militancia UDI, a solicitar ayuda extranjera para hacer frente a la tragedia en la Patagonia, precisamente por sentirse desamparado por el gobierno de Chile.
En estas condiciones, la decisión del gobierno, para ir a dejar 17 toneladas de “ayuda humanitaria” a la frontera de Venezuela, aparece como entendible sólo por la necesidad de evadir las responsabilidades internas, con una acción más de marketing que de humanidad.
Es imprescindible que la política exterior del país vuelva a su cauce histórico, ayudando con ello a recuperar no solo el prestigio de nuestra Cancillería, sino devuelva, si ello es posible en este período, la respetabilidad de la función presidencial, tan fuertemente debilitada por la irresponsabilidad del Presidente Piñera.
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