Hace poco, en un llamado ahora ‘conversatorio’, el Senador Andrés Allamand Zavala, siempre interesado en temas de Relaciones Internacionales y queriendo incursionar, desde hace ya algunos Gobiernos, en la Política Exterior Chilena, expresó que, durante muchos años, existió un déficit muy importante de debate político sobre temas de política exterior.
Sin duda, tiene razón en eso. Sí, requisitos de un debate son su calidad, rigor y seriedad, al ser sobre la Política Exterior chilena, y ejercido con apertura, sin censura, con continuidad, con conocimientos y fundamentos especializados en esta esfera, que tiene sus conceptos, estilos, lenguajes, métodos y procedimientos analíticos propios, tanto en academia como en política.
Una de las razones de aquel déficit constatado se encuentra, justamente, en esa acepción de política de Estado”, para la política Exterior chilena, que en un texto anterior ya cuestioné. Súmele usted aquellos recursos inhibitorios, como se lo advierten: se trata de “los intereses nacionales”, “la defensa y la seguridad nacionales” y “la Patria y soberanía”, mucho cuidado.
Recordará usted lector aquellas mises en scène, a la salida de reuniones de Consejos de Ex ministros de Relaciones Exteriores y Asesores de Política Exterior, en particular desde que el Perú y el Estado Plurinacional de Bolivia nos llevaron ante la Corte Internacional de Justicia: todos repetían un mismo ‘libreto’, en sus apresuradas, evasivas y/o ‘fuertes’ declaraciones.
Y es conocido como en encuentros del Consejo Asesor, de sus 35 integrantes, casi siempre ninguno de ellos y ellas, efectivamente, criticaban, cuestionaban y/o interrogaban. No era conveniente, lo importante es y era ser integrante de esa instancia, mejor atento silencioso.
Desde casi 1990, el debate sobre nuestra política Exterior, en general, ha sido bloqueado, eludido, inhibido, limitado y mal visto, por lugares comunes que se resumen, en que “no es conveniente”, “ni oportuno”, “por ahora no, después”, y, “es mejor buscar el consenso”.
Y una última ‘perla’ argumentativa, es que esos temas no se deben abordar “ideológicamente”, o que “las ideologías” no deben ser consideradas para ello, abortando conocer legítimas panorámicas y visiones del mundo, para proyectar a Chile.
Pero lo cierto es que, una de las mayores ideologías, que se abre paso en el mundo y Chile, es aquella que postula “lo no ideológico” y el “fin de las ideologías”, una gran trampa perversa.
Los que caen en ella, buscan justificarse, diciendo que ellos están ‘por sobre las ideologías’, que ‘son patriotas antes que nada’, que ‘tienen una visión de Estado’ y que ‘son abiertos’.
Refuerza mi visión distante de “lenguajes de moda” y de embrollos repetitivos, el periodista y diplomático, Rigoberto Díaz Gronow, quien escribía en La Tercera, en febrero de 1988, “El oficio de pensar”, y lo destacaba, “tanto en la arena política como la diplomática”, con libro de don Carlos Martínez Sotomayor de 1987. Tuve privilegio de cooperar con ambos.
Ahora intento desentrañar algo del trasfondo de propuesta de Prosur, y sus tres requisitos para asistir.
¿Quién evalúa cumplirlos?
¿Quién selecciona?
¿Quién resuelve? ¡Todo en verdad “es ideológico”, aunque se diga todo lo contrario, con amables, gentiles e inocentes dichos!
El Presidente Piñera Echeñique dice que la sigla significa “Progreso para Sudamérica”.
Se nos viene al recuerdo esa iniciativa estadounidense, de comienzos de los años 60, llamada “Alianza para el Progreso”… que se tradujo, sí, ¡en parar el progreso de toda nuestra Región!
Agregan S.E. y su ministro de Relaciones Exteriores, que es iniciativa conjunta con Colombia.
Obviamente es la Colombia del actual Presidente Iván Duque Márquez, pero además, la del abominable ex Presidente Uribe Vélez, con su “seguridad democrática”. Este es el que llevó en su avión oficial al empresario y entonces candidato presidencial Sebastián Piñera, junto al Senador, citado al inicio, y varios más, el lunes 14 de julio de 2008, desde Bogotá a Neiva, a 360 kilómetros de la capital, muy concentrados y contentos, ¡compartiendo informaciones!
Es el mismo país que el viernes 30 de octubre de 2009, hace aún menos de 10 años, firmó el muy controvertido “Acuerdo complementario para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad entre los Gobiernos de la República de Colombia y los Estados Unidos de América”, y dado a conocer su texto, forzada y oficialmente, solo el 3 de noviembre de 2009.
En su Artículo IV se contempla el “Acceso, uso y propiedad de las instalaciones y ubicaciones convenidas”, para Estados Unidos: Base Aérea Germán Olano Moreno, en Palanquero; Base Aérea Alberto Pawells Rodríguez, en Matambo; el Fuerte Militar de Tolemaida, en Nilo; Fuerte Militar Larandia, en Florencia; Base Aérea Capitán Luis Fernando Gómez Niño, en Aplay; Base Naval ARC Bolívar, en Cartagena, y, Base Aérea ARC Málaga, en Bahía Málaga.
Estas 7 bases militares están distribuidas, geográfica y estratégicamente, por toda Colombia. ¿Podrá tener alguna iniciativa independiente y soberana en Política Exterior este alegre país?
S.E. y Ministro creo que el autoengaño e ingenuidad suelen ir muy unidos en materias internacionales. Boicoteadores de CELAC y UNASUR, internos (Cancillerías) y externos, engañan a los pueblos.
Ya lo hicieron en Cúcuta, en mediático acto fracasado, utilizando y burlándose de los pobres.
Y se trata del país que ha añorado “pertenecer a la OTAN como miembro”, desde esa famosa arenga del Presidente Juan Manuel Santos Calderón, en una ceremonia en la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, el sábado 1 de junio de 2013.
Claro, y no logró poco: en Bruselas, mayo de 2018, al firmar con el Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg un Acuerdo, que hace a Colombia un “socio global” más de esta Organización, junto a Afganistán, Australia, Iraq, Japón, Corea del Sur, Mongolia, Nueva Zelanda y Pakistán.
En fin, Colombia fue el primer país en denunciar el Acuerdo de UNASUR, el 27 de agosto de 2018.
Por eso, la iniciativa en gestación, hasta ahora Prosur, más podría asociarse, y proyectarse, inmanentemente, a una “mentalidad distintiva” (militar), en términos del Cientista Político y Sociólogo Juan José Linz Storch de Gracia, en que primaría como trasfondo, encubierto y estratégico, el tema de la Seguridad, y no la Cooperación e Integración de la Subregión. En síntesis muy descarnada, honesta, real y sincera, sería Prosegur, políticamente inaceptable.
La Política Exterior chilena no debiera seguir prestándose para desvaríos expansionistas, hegemónicos, injerencistas e intervencionistas, buscados e inspirados por otros, de nuestra subregión y extra regionales, en aras de supuestas “democracias” y los “derechos humanos”, que, finalmente, serán atentatorios a la unidad, cooperación e integración de Suramérica.
Y Trump, Pompeo, Bolton, Adams y Rubio estarán contentos escuchando todo… ¡desde lejos!
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