El drama de los migrantes varados en la frontera de Perú y Chile que desean regresar a su país de origen, Venezuela, es una situación que debe conmovernos a todos. La migración es un fenómeno complejo que impacta tanto a quienes llegan como a quienes ya están establecidos en sus hogares. Por lo tanto, es importante abordarla desde una perspectiva de derechos y solidaridad, al mismo tiempo que se protege el hábitat y la convivencia de todos los vecinos, cuya armonía puede verse afectada.
El drama de los migrantes varados en la frontera no es ajeno a lo que está sucediendo en comunas como Independencia, donde la inmigración también ha transformado el territorio y ha afectado a sus habitantes. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas de 2020, el 40,6% de la población total de Independencia es de origen extranjero, principalmente de Venezuela, Perú y Haití. Aunque la diversidad cultural es un valor enriquecedor, los procesos migratorios también generan tensiones en la convivencia y pueden alterar de manera dramática las pautas de convivencia.
Chile ha sido históricamente un país que acoge a los forasteros y que brinda asilo contra la opresión. Lo hacemos con cariño hacia aquellos que vienen a aportar al desarrollo del país, que son la gran mayoría. No obstante, es necesario actuar con firmeza ante aquellos que buscan aprovecharse malintencionadamente de nuestra hospitalidad.
Ante la difícil situación de los migrantes varados en la frontera, es fundamental ofrecer soluciones concretas y urgentes para quienes se encuentran en condiciones precarias, sin acceso a servicios básicos de salud y alimentación. Una iniciativa podría ser la instalación de una oficina itinerante en la ciudad de Arica, donde los migrantes puedan obtener un "salvoconducto" de emergencia para salir del país. Sin embargo, para llevar a cabo esta iniciativa, se requiere la cooperación de los otros países involucrados, como Perú y Venezuela. Es un contrasentido, por ejemplo, que Perú sostenga que no puede recibir inmigrantes sin documentación, cuando fue justamente por sus fronteras que muchos migrantes llegaron a nuestro país.
Los migrantes merecen nuestro respeto y nuestra solidaridad. Asimismo, debemos proteger los derechos de los nacionales y de los propios inmigrantes que han vivido desde siempre en esos lugares. Es un desafío que nos compete a todos y que debemos enfrentar con responsabilidad, compromiso y autoridad.
Es importante recordar que la migración no es un fenómeno aislado ni nuevo. Por el contrario, es una realidad global que afecta a muchos países y regiones. Por ello, es esencial abordar las causas profundas de la migración para lograr soluciones a largo plazo y garantizar el respeto a los derechos de todos, tanto de aquellos que llegan como de aquellos que siempre han estado allí.
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