De 1822 data el primer gran tratado entre Chile y Venezuela y que formalizó los vínculos bilaterales de ambas naciones. Pocos años después ocurrió lo que marcaría para siempre las relaciones, ya que en 1829 fue contratado -por el gobierno de la época- el venezolano Andrés Bello, quien realizó en Chile una labor cultural, jurídica y académica fundamental, creando lazos indisolubles. Entre sus principales legados, está la redacción Código Civil; y en la actualidad calles y una universidad llevan su nombre.
Como un presagio de los tiempos que vivimos, en 1952 Chile hizo el primer reclamo contra una dictadura militar en Venezuela. Sin embargo, en los años previos al golpe militar, la población de chilenos en Venezuela alcanzaba la no despreciable suma de 3 mil compatriotas. Ya luego al golpe, en los años '80, este número aumentaba a 24 mil personas. Interesante datos a considerar de una relación de cobijo permanente.
Tras el retorno a la democracia en Chile, se comienza a mostrar un espíritu de colaboración internacional: El 10 de octubre de 1990, ambos países suscriben en Caracas un memorándum de entendimiento para el establecimiento de un mecanismo permanente de consultas políticas. Asimismo, una comisión mixta de integración e intercambio cultural. Seguido a estos acuerdos -entre 1993-1994- se llevan cabo otros en virtud de inversiones y productos de comercialización.
Lo que vino a continuación, para el país "Vino Tinto", como le denominan a Venezuela los fanáticos del fútbol, ha sido un régimen totalitario que parece no tener tregua y que comenzó con el arbitrario cambio de Constitución de Hugo Chávez en 1999; hasta el reciente (2024) y fraudulento proceso eleccionario llevado a cabo por Nicolás Maduro, donde aún no admite su derrota. Lo cierto es que hoy por hoy Chile vive su momento más complejo con Venezuela, tras no reconocer el triunfo de Maduro, hasta que no se trasparenten las actas. La delegación chilena en Caracas -incluido su embajador, Jaime Gazmuri- fue expulsada del país, además luego de muchos años en que Santiago no tuvo embajador en ese país.
"En Chile desprecian y persiguen a venezolanos" es una de las últimas atrocidades que lanzó Maduro contra nuestro país. El dictador parece no entender (o no quiere) la gravedad del asunto y que la historia será implacable para condenarlo por todo el daño que ha cometido. La verdad es que mientras nadie parece ponerle el cascabel al gato, Chile vive el momento más álgido con un país hermano. Una deteriorada relación que nunca debió llegar a tal punto.
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