Fernando Chomali, arzobispo de Santiago fue nombrado doctor honoris causa por la UNAB, una universidad laica. Doble mérito al ser un destacado obispo de la Iglesia Católica de Chile. Ingeniero civil en Construcción, sirvió por más de 20 años en Concepción, donde realizó una amplísima labor pastoral, experiencia que sabiamente ha utilizado en su vida sacerdotal.
La del Biobío es la segunda región más poblada de Chile, donde los problemas sociales no escapan al resto del país, los que enfrentó con un compromiso inalterable con la verdad, que duela a quien le duela. El papa lo designa como arzobispo en 2023. Posteriormente, el 7 diciembre de 2024, lo nombra cardenal, asumiendo después de la crisis interna que estremeció duramente al mundo católico, y particularmente en nuestro país, con todos los casos de corrupción y de pedofilia, ampliamente conocidos.
Aun no cumple un año en el cargo, pero su impronta ya se siente en medio de esta tan convulsionada sociedad chilena, donde los graves problemas que le toca asumir no escapan de su compromiso: "Evangelizar y servir a los pobres de los pobres". Destaca entre sus méritos el aporte pastoral en la educación; intelectual, cercano a la gente en un mundo cambiante. "Estamos cada vez llenos de cosas, pero cada vez más anestesiado frente a realidades de quienes mas sufren".
Hijo de inmigrantes palestinos, la segunda colonia más numerosa en el país, conoce de muy cerca el drama de miles de familias que tienen que abandonar sus tierras por causas inhumanas que el hombre crea contra el hombre, como lobo insaciable que habita y se alimenta de la intrínseca maldad escondida en el ser humano.
Recomponer con suma urgencia el tejido social es su insistente llamado, que hace a toda la comunidad, con responsabilidad en el presente y en el futuro inmediato. Hoy, grandes logros económicos conocemos, pero no superan la pobreza: la que se escucha en los campamentos, entre los sin casa, el grito de los ancianos abandonados, el de los niños y niñas solos, que por largas horas pasan en un computador o celular, lo peor, "acompañados" por un personaje invisible y sin alma. Esa es la triste realidad que nos debiera espantar y dolorosamente avergonzar.
Monseñor Chomali recupera la "voz de los sin voz" para esa Iglesia Católica que estuvo callada, sumergida e inhibida por sus propios errores y pecados. Con la conducción del novel cardenal, se retorna a servir y no ser servido, como Cristo vino al mundo, a sacrificarse por todos y todas. Este testimonio no debe ser negado, especialmente en Navidad.
Coincidencias del destino que inspiran en aquellos que durante toda su vida nos entregaron su fe e inclaudicable compromiso, con los despreciados entre los despreciados de la sociedad. Hablo de aquel prohombre, dignatario de la iglesia, que jamás fue servil por interés o comodidad, que sufrió y vivió en carne propia los negros hechos que no se olvidan con la facilidad del tiempo.
Raúl Silva Henríquez nos legó una gran enseñanza ser fiel a los principios, defender los derechos humanos y proteger a los pobres, por sobre los poderosos. El humanismo cristiano nació para estar siempre al servicio de la comunidad. Una coincidencia que no se puede justificar, menos menospreciar. Fernando Chomali sabe que todas las coincidencias tienen sus tiempos, pero siempre están sujeta a valorar la herencia de nuestros antepasados.
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