Conferencia Episcopal y nueva Constitución

Existe la muy equivocada impresión de que los obispos, desde la época del estallido social, han permanecido callados. Es cuestión de darse una vuelta por Facebook u otras redes sociales para encontrar esta opinión, expresada en términos más o menos furibundos. Sin embargo, la realidad es otra, los obispos sí han hecho en conjunto varias declaraciones, lo que pasa es que no "los han pescado" y a lo mejor con razón, debido en parte a los escándalos de diversa índole en que se han visto comprometidos sacerdotes y pastores.

Hace algunos años, cuando los obispos se reunían en Punta de Tralca para sus asambleas plenarias, las correspondientes declaraciones eran esperadas con ansias por gran parte de la población y estaban en los titulares de los medios de prensa. Hoy en día esto no ocurre. Que tales declaraciones no sean difundidas como antes y, por tanto, no sean conocidas, no significa que no se hayan hecho. De ahí la injusticia de las afirmaciones en contrario de tantos católicos desinformados.

Es así como el 25 de marzo, la Conferencia Episcopal publicó un documento de estudio para la elaboración de una Constitución titulado "Principios y valores de la enseñanza social de la Iglesia", con el fin de ser un aporte en este proceso tan importante en el que nos encontramos inmersos. En este texto se hace un breve resumen de "las principales enseñanzas del magisterio de la Iglesia en materia social con la finalidad de ofrecer elementos de discernimiento, tanto a quienes buscan representar al pueblo chileno en la elaboración de una nueva constitución, como a los ciudadanos que les elegirán y a todas las personas de buena voluntad" (pág. 2), tomando como base el tesoro de sabiduría y de humanidad que ha recibido de Jesucristo y que ha decantado en lo que se conoce como Doctrina Social de la Iglesia.

Como ya he dicho en alguna columna anterior, la Iglesia Católica y las iglesias cristianas, a pesar de nuestros fallos e incoherencias, tenemos una gran riqueza en humanidad que podemos ofrecer a la sociedad para hacer de este mundo y de este país un espacio más fraterno, más acogedor, donde haya lugar para todos.

De los principios y valores que allí se mencionan, quisiera comentar dos:

  1. La opción preferencial por los pobres aparece como "implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2Co 8,9" (p. 22). Esto debería traducirse en que el ordenamiento jurídico que nos vamos a dar debería hacerse desde los pobres, desde los necesitados, configurando un sistema que proteja y fortalezca a los débiles. Es una de las características fundamentales que nos hace humanos.
  2. De lo anterior se desprende el principio tan fundamental en la enseñanza social de la iglesia del destino universal de los bienes. Ya en el Antiguo Testamento, en Lv 25,23 dice Dios: "La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí más que migrantes y huéspedes". Este texto muestra que Israel sabía que sólo Dios es el propietario de la tierra y que los israelitas no son más que migrantes, peregrinos, por lo que no tienen poder para disponer sobre el suelo que les ha sido asignado y por eso no lo pueden vender a perpetuidad. Esto tiene serias consecuencias para el tema de la propiedad privada, porque nos dice que nadie es dueño absoluto de la tierra, sólo Dios; y que nuestro "ser dueños" es temporal y condicionado.

¿Condicionado a qué? A las necesidades de los demás, tal como, en ámbito cristiano, enseñaron los Padres de la Iglesia y como aparecerá en Gaudium et spes (nn. 69 y 71), Populorum progressio (n. 24) de Pablo VI, en Laborem exercens (n. 14) de San Juan Pablo II y en Francisco en Laudato Si, por nombrar algunos. El derecho a la propiedad privada está subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los bienes. Sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado. Por lo tanto, no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos. Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad (ver Laudato Si' n. 93).

Les invito, pues, a examinar este documento con detención (lo pueden encontrar en http://www.iglesia.cl/4610-principios-y-valores-de-la-ensenanza-social-de-la-iglesia.htm), para que nos ayude a participar en este proceso tan relevante y a votar por quienes nos puedan representar mejor en sentar las bases de un país justo, acogedor, fraterno y solidario.

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