El Papa Francisco, en el marco del año Jubilar de la Misericordia, nos invita a ejercer actos de compasión, perdón y de misericordia. En este contexto la Pastoral y el Cine UC, a partir de Semana Santa, están exhibiendo un ciclo de películas que nos ayuden a reflexionar y a vivir en la perspectiva antes señalada.
Consecuente con lo anterior fui invitado por la Universidad a participar en un “conversatorio”, en torno a la película “El Chacal de Nahueltoro”, junto a su director Miguel Littín, el doctor en filosofía Pablo Chiuminatto, y moderado por Fernando Acuña, profesor de la Facultad de Comunicaciones de la UC.
Una vez exhibida la película, se preguntó a los panelistas sobre “los ecos de misericordia” que cada uno percibía en el documental. En este sentido podría calificar a esta cinta como la Parábola del proceso de humanización del protagonista, Jorge del Carmen.
De ser un hombre miserable, carente, sin escuela, sin afectos, maltratado, abandonado y marginado va adentrándose en el misterio de la Misericordia, por medio de una serie de acontecimientos, siendo el vértice de todos ellos, la acogida que encontró en sus propios compañeros de la cárcel.
Al experimentar este abrazo fraterno y comprensivo, se le escapa la primera sonrisa, resplandeciente, pura y transparente en donde al parecer recién allí se asume como el hombre de las desdichas, del amor de Dios y de la esperanza. Podría ser ese el núcleo central del tema de la Misericordia, que parte desde sí mismo, en una suerte de renacimiento, justamente debido a una vida marcada por la oscuridad y la derrota dramática.
Este abismo de lo humano en decadencia sin límites, para muchos podría no tener retorno y de hecho el film apunta a ello, ya que a pesar de las conquistas alcanzadas, leer, escribir, aprender oficios, orar, la determinación de la pena de muerte efectiva avala lo dicho.
Justicia se define como darle a cada quien lo que le corresponde, pero cuando esa justicia se hace vengativa deja de serlo. En este sentido la película termina mal, pero por lo mismo y gracias a ese final hay opción de posibilidades que nos acicatean para que actitudes y hechos semejantes nunca sean la última palabra, dejando una puerta abierta a la bondad, a la compasión, a la misericordia y al perdón, a objeto que primen en nuestra vida cotidiana.
Han pasado 56 años de aquel horroroso episodio, que marcó la vida de tantos chilenos; sin embargo, una encuesta realizada recientemente en un penal del país, arrojó que más del 80% de los presos presentes, antes de los cuatro años y por diversas razones, iniciaron parcialmente el abandono de su hogar.
El llamado del Papa Francisco se hace urgente este año Jubilar de la Misericordia y considerando el inicio de Semana Santa, se nos ofrece la gran oportunidad, para que cada uno de nosotros, durante el presente año, hagamos el itinerario de la ternura, del mirar a los ojos con bondad, del darnos el tiempo para escuchar, para comprender y para amar, características específicas de quienes hemos sido perdonados.
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