Gran cambio en El Vaticano

El reemplazo, en el ex Santo Oficio, del cardenal ultra conservador Gerhard Müller por el jesuita español Luis Francisco Ladaria es una noticia de gran impacto.

Con ello, el Papa Francisco ha impulsado el cambio político más decisivo de su pontificado, removiendo a uno de los más duros opositores a su intento de restablecer la misericordia pastoral en la Iglesia. De esta manera queda zanjada, política y transitoriamente, la tensión pastoral entre ortodoxia y misericordia.

Con esto, la Amoris laetitia (encíclica del Papa para la familia) tendrá un impulso decisivo, para retomar de manera más clara el camino de reformas sustantivas en el terreno de la moral familiar, incluyendo la práctica pastoral.

Seguramente, en el terreno de la participación de la mujer en la Iglesia, así como la ordenación de los viri probati (varones casados) y el camino de la sinodalidad (que implica traspasar una cuota importante de poder de Roma a las iglesias locales) encontrarán un nuevo cauce de posibilidades.

La decisión de Francisco es un acto de firmeza política, porque el estatus de Müller estaba asimilado a uno de los hombres más fuertes del Vaticano, con una importante cantidad de seguidores ideológicos, visibles e invisibles. Con esto, la curia romana ha perdido una cuota de poder relevante en la Iglesia.

Sin ánimo de exagerar, es posible señalar que, con este cambio, Francisco se encuentra en el apogeo político de su pontificado, generando a partir de ahora una señal poderosa de gobernabilidad.

De esta manera, el Papa ha asumido con audacia los riesgos políticos de una decisión compleja, que no dejará de tener consecuencias prácticas, relacionadas con el casi nulo espacio disponible, desde ahora, para ejercer esa oposición tosca y torpe que ha caracterizado a los primeros cuatro años de su papado, y que se potenciaron con la publicación de Amoris laetitia.

Desde ahora, las tensiones internas serán más solapadas y menos visibles, por lo que las nuevas posturas de hostilidad operarán en su terreno más fecundo.

Respecto a Luis Francisco Ladaria SJ, es cierto que no puede ser considerado un teólogo de avanzada, registrando a su haber una línea de pensamiento conversador en muchos aspectos, pero sí tiene una virtud esencial para ejercer como asesor teológico del Papa, y es su impronta de obediencia ignaciana.

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