Celestino Aos, Administrador Apostólico del Arzobispado de Santiago, recientemente nombrado, declara públicamente no saber nada de lo que su antecesor hacía y deshacía en la principal Diócesis del país.
Tal es su inocencia que no tuvo complejo alguno en invitar a concelebrar la misa de Pascua de Resurrección al “cuestionado“ cardenal Ezzati, quien es enjuiciado por la justicia ordinaria en calidad de inculpado de delitos cometidos durante su episcopado.
Lo que es peor, aprovechó la Semana Santa para compartir la hostia a quien tiene que reemplazar, por ser insostenible su permanencia en el cargo. Las acusaciones son demasiado contundentes, para quedar indiferente.
Mantener al obispo presente, aunque la grey repudie su actuar, no parece ser una señal positiva, ni menos recién asumido. La esperanza en el cambio, se pierde en un minuto y cuesta mucho recuperarla.
El malestar con la jerarquía de la iglesia católica, por los abominables crímenes cometidos, los creyentes la han manifestado en múltiples ocasiones, hasta llegar a los Tribunales de Justicia, por intentar ésta, reiteradamente ocultar los hechos.
Francisco, lo sintió en carne propia en su frustrada gira por nuestro país. Quienes pretendan justificar lo injustificable, con señales equivocadas están en un craso error, los fieles ya no comulgan con ruedas de carretas, el insano deterioro, se expande por todas las catedrales y templos.
Pocos se escapan de la condena universal.
La solución de los casos de abuso sexuales dentro del clero se resuelve haciendo una limpieza total en la iglesia católica, una cirugía mayor, eliminando todo el cáncer maligno que daña inexorablemente la credibilidad de la cristiandad.
“La verdad hasta que duela.” Como decía un santo varón, así se podrá comenzar a reconstruir y edificar la Iglesia de Dios a partir de cimientos sólidos de honestidad y pulcritud.
“La Iglesia Santa y Pecadora de Todos los Días”, autor Reinaldo Sapag, ediciones copygraph, refleja hasta que punto hemos llegado, en el fango de la corrupción protegida. Conmueven los crudos relatos respecto a quienes tienen el deber de ser “ovejas” y no abusadores en su condición de representantes de la que fue una mayoritaria fe en Chile.
“Hay algunos sacerdotes y obispos de la Iglesia, hipócritas y cobardes, traidores al mensaje de Jesús, que defienden la mentira y la maldad, que rasgan sus vestiduras ante la evidencia del mal.” Contratan a los mejores abogados para que los defiendan de su criminalidad, por ejemplo Ezzati, pagándoles suculentos honorarios, con dineros sustraídos de la caridad y, finalmente, cuando son condenados (si es que lo son) se lavan públicamente las manos y endosan a Roma la decisión final. “Son los Judas de la Iglesia de hoy. Son los Poncio Pilatos de la era actual”.
Nos resulta extraña la decisión de Celestino Aos, un experimentado obispo, que tiene una delicada misión, la más transcendente de su vida, devolver la perdida credibilidad en la Iglesia Católica.
Por cierto queremos que su paso por la diócesis, sea un abrir de ventanas para que entre aire fresco y purificador, sana intención del Papa Juan XXIII, al inaugurar el Concilio Vaticano II.
Más de 140 cardenales, obispos y otras autoridades se reunieron en el Vaticano, para determinar qué hacer, ante la avalancha de abusos sexuales, que han aparecido contra sacerdotes en todo el mundo. Esperamos esperanzados que se conozcan las conclusiones, urbi et orbe.
“Sodoma: Poder y Escándalo en el Vaticano” best seller del periodista francés Frederick Martel, salió a las librerías el mismo día que los principales líderes del catolicismo, se reunían para discutir una estrategia contra el abuso sexual a menores.
El libro fue una explosión en el corazón del Pontificado de Francisco, toda esta inmundicia aumenta la ira de Dios.
La profecía contra los pastores que fue anunciada por Ezequiel 34:1 al 10, allí nos revela lo que pasa en nuestra Iglesia, ¡Ay de los pastores, que se apacientan a sí mismos!
Proféticas lecturas que no está mal repasarlas, de cuando en vez.
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