Lucas 2, 41-52 dice: "Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas...."
La santa Virgen María y san José al darse cuenta de que Jesús no caminaba junto con ellos, regresaron a Jerusalén a buscarlo. Católicos, hagamos vida el quinto misterio gozoso del santo rosario y no caminemos sin Jesús, alejándonos de la sinodalidad. Sigamos al Inmaculado Corazón de María a buscar a su hijo. Nuestro señor Jesucristro.
La Sagrada Escritura anuncia la gran apostasía de la Iglesia Católica mediante la infiltración de los impíos que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios (Carta de Judas). Asimismo, la sagrada tradición y el magisterio lo han advertido y profetizado. El canon 675 afirma la llegada del impostor religioso que prepara el camino del anticristo, confirmando profecías como la de san Francisco de Asís sobre la llegada del destructor, quién dice: "Un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte".
El destructor del que habla san Francisco de Asís lleva a cabo su tarea de crear una iglesia católica que no es la de Cristo, una iglesia oscurecida, ya profetizada en las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich, ajena a la verdad de la fe. Esta iglesia oscura la vemos hoy en día con el denominado "Sínodo de la Sinodalidad", donde una institucionalidad no inspirada por el Espíritu Santo y a la luz de la tradición, discute el futuro de la Iglesia Católica, iglesia a la que pretende destruir, despojándola de su universalidad sacral y reemplazándola por una sinodalidad mundana. Una iglesia donde ya no existe la verdad, sino que las diversas experiencias locales humanas apartadas de Cristo.
El impostor religioso desprecia a la Virgen María, nuestra santísima madre corredentora, menospreciándola como mera discípula, engañando a los fieles con falsas devociones, porque el infierno quiere evitar el triunfo de su inmaculado corazón. Aunque la oscura iglesia de la sinodalidad aparezca vencedora, nuestra santa madre Virgen María aparecerá sobre la verdadera iglesia de Cristo que resurgirá de las ruinas para recibir la nueva venida de nuestro señor Jesucristo.
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