El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz (Mateo 4:16). No es distinta aquella situación donde Chile parece hundirse en la mayor de las angustias, la incertidumbre y el sufrimiento.
Tantos signos de dolor y muerte parecen asentarse para muchos sin retorno ni esperanza. Pero no. Una gran luz aparece en medio de la noche, la atraviesa y disipa. Eso es Navidad, una propuesta de Dios para quienes somos creyentes.
Recuerdo cuando Claudia, madre de dos hijos con el más pequeño de 9 años, me dijo llorando y con unas copas de más: "Nadie me quiere, estoy cansada de vivir". ¡Cuánta bondad es necesaria! ¡Cuánta justicia! ¡Cuánta tolerancia que nos permita el encuentro! ¡Cuánto diálogo y amor, aire fresco y creador! ¡Cuánta ternura como el signo más propio de lo humano!
¿Qué país queremos? ¿Qué sociedad anhelamos? ¿Qué familia construimos? En la fuerza de la encarnación del verbo: "Y se hizo carne para habitar con nosotros", tenemos la respuesta.
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