Aborto libre

Ayer 25 de julio, como hace cinco años, se coparon las calles de la Alameda con lienzos, pañoletas verdes y miles de mujeres exigiendo la legalización del aborto bajo la consigna: #NoBastanLasTresCausales. 

Porque claro, no bastan aún para otorgar el derecho que ha sido negado toda la historia de nuestro país a nuestras jóvenes y mujeres y que ya, en este año marcado por el destape masivo de la ola feminista, aparece con mucha más fuerza y una diversidad de voces. 

A pesar del cambio cultural que viene desde años anteriores, y que hoy es más visible, aún falta avanzar en construir una sociedad que reconozca e incorpore a su legislación el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos sin miedo, sin estigma y, especialmente, sin riesgos a su propia vida. 

El ejemplo de lo ocurrido ayer, con tres mujeres apuñaladas por participar de la marcha es una muestra del amedrentamiento de quienes no conciben la libertad para nosotras. Proviene de aquellos que quieren que sigamos en la oscuridad y, al contrario de sus motivaciones, nos están dando más razones para luchar unidas. 

Porque hablar de aborto, desde nuestro derecho, es sumamente político, pues al abordar la discusión ponemos nuestros cuerpos en el debate, y lo debemos hacer sin que la culpa cultural impregne la conversación.

Las mujeres merecemos contar nuestra experiencia tal cual, y como la vivimos, sin que nadie calle nuestras voces. Hace mucho el feminismo nos enseñó que lo personal es político, y gracias al intercambio de vivencias es que pudimos saber que lo que nos ocurre a una, nos sucede a todas. 

En esta discusión mi postura es clara: yo estoy por el aborto legal porque no quiero que ninguna niña, joven o mujer del país, rica o pobre, de cualquier raza o etnia, sienta el miedo indescriptible que sentí yo cuando me ví forzada ver mis posibilidades con un embarazo no esperado. Porque a pesar de la penalización del aborto, éstos se han realizado constantemente en Chile.

Lo que sucede es que sólo las que pueden pagar los hacen en clínicas de forma privada y segura, y las otras, las menos afortunadas, nos enfrentamos a la clandestinidad de la decisión. 

En mi caso, la naturaleza fue más sabia que yo y tomó un camino que hasta el día de hoy me da la posibilidad de tener una segunda oportunidad. Porque quiero ser madre, pero en condiciones mejores de lo que habría sido. Y deseo que esa maternidad sea voluntaria y he entendido que sólo puede serlo si contamos con un sistema de salud que garantice la libertad de decidir para mí y para todas. 

Las niñas, jóvenes y mujeres de todo Chile seguiremos marchando y generando conciencia sobre la despenalización del aborto y abriendo camino a su legalización.

Por reconocimiento y justicia a aquellas que fueron agredidas ayer, por nosotras y más aún, por las que están por venir.

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