Bono lista de espera, onerosa e ineficaz propuesta de Piñera

El candidato a la presidencia Piñera, junto a su equipo de salud, entregó una propuesta para terminar con las listas de espera en la salud pública. Dentro de las propuestas resalta la añeja idea de crear un voucher, o bono,  exigible al Estado para realizar la atención necesitada en el sector privado en caso de no poder ser gestionada por un prestador público. Esto nuevamente deja en evidencia el prístino sesgo pro-mercado de las propuestas de esta candidatura, además de hacer oídos sordos a la evidencia y recomendaciones de la literatura especializada en la materia.

Las dificultades ligadas a los tiempos y listas de espera para acceder a una determinada acción de salud han implicado una creciente insatisfacción de la población con respecto a los sistemas de salud pública, siendo este un problema no exclusivo del país, sino más bien  un fenómeno global. Esto suele ocurrir en naciones que poseen acceso universal a la salud combinado con un escaso presupuesto disponible, o cuando existen presiones para hacer ajustes fiscales que impliquen recortes de los presupuestos.

Dado la interacción de estos elementos, es posible que se generen desajustes entre oferta y demanda, es decir, la oferta disponible no alcanza a absorber toda la demanda existente. Esto refleja que hay un déficit en la capacidad del sistema o un uso ineficiente de la capacidad ya instalada.

En el caso de Chile hay una combinación de ambos factores. Por un lado entre 1999 y el 2005 Chile disminuye sus camas hospitalarias de 3,07 camas por cada 1000 beneficiarios a 1,89[1], lo que implica una contracción de casi la mitad de la capacidad hospitalaria del sector público.

A esto se debe sumar que cerca del 53% de las horas disponibles de médicos está concentrada en el sector privado. Por otro lado está el fenómeno de la ineficiencia en el manejo de la capacidad instalada, graficada en la utilización de pabellones quirúrgicos, que operan principalmente en las mañanas y no durante todo el día o mediante un sistema de dos turnos.

Los problemas específicos que Chile ha mantenido se han debido en parte a estos problemas estructurales, una política de inversión  que no ha contenido el deterioro de la capacidad pública y un uso ineficiente de la capacidad instalada.

Es imposible no escuchar la propuesta de Piñera y no recordar a su ex ministro de la cartera gritando “¡Cumplimos!”, cuando durante su primer (y esperamos único) mandato, con gran prepotencia y altanería, declaró que las listas de espera se habían terminado.

En esos momentos fuimos varios los que denunciamos enérgicamente la manipulación de datos para terminar con la lista de espera por secretaría y el tiempo nos dio la razón, ya que tanto la Contraloría General de la Republica, como también el Fonasa, mostraron la forma en la cual se “terminó” la lista de espera[2], mediante la exceptuación de la garantía GES, que entre 2010 al 2013 llegó a los 622.290 casos.

Recordemos además el “Bono AUGE”  que ha significado miles de millones de pesos en traspasos de recursos al sector privado, cancelando en algunas prestaciones hasta 13 veces más que el precio pagado por Fonasa a un hospital público por la misma acción.

El impacto efectivo en la disminución de la lista de espera que tuvo este “bono” fue de un 4%, sin embargo, dado que las listas de espera en el periodo no son confiables, el impacto puede ser aún menor si lo vemos sobre el total de prestaciones GES.

En este caso, para el 2011 el impacto del Bono AUGE alcanza un 0,89%. De esta manera los bonos como mecanismo de reducción de lista de espera ha resultado ser absolutamente negativa desde el punto de la vista de la eficiencia del gasto fiscal de la política pública, resultando onerosa para el Estado y además con un bajo impacto.

El problema actual de lista de espera no está centrado en las patologías GES, puesto que el cumplimiento nacional es de un 99,25%. Más bien el inconveniente está centrado en las patologías no GES, donde hay complicaciones en materia de consultas, así como en intervenciones quirúrgicas.

De esta forma, Piñera y su equipo de connotados creativos sacan de la chistera nuevamente un bono como respuesta a la problemática de las listas de espera, entuerto que como ya vimos NO fueron capaces de solucionar en cuatro años y que en esta oportunidad lo hacen sin diferenciar de si es GES o no GES. En concreto, esto implicaría entregar casi dos millones de nuevos clientes a las clínicas privadas, lo que en los hechos significan cuantiosas transferencias de dineros fiscales a las abultadas billeteras de sus dueños.

Entre el 2015 y este año, contemplados los recursos que ya se ejecutaron, las clínicas privadas han recibido 11.047 millones de dólares en compras de servicios. Esto equivale a haber construido casi 60 nuevos hospitales.

Comprar capacidad al sector privado es una estrategia de corto plazo y la evidencia apunta a que este mecanismo no contribuye en nada a reducir las listas de espera. De esta forma podemos señalar que más bien estamos en presencia de un sesgo ideológico pro-mercado que busca manipular el sufrimiento de la población a través del despilfarro de recursos fiscales en mecanismos que resultan ser onerosos y de bajo impacto.

Una estrategia que busque disminuir los tiempos de espera de manera efectiva y real, debe apuntar a realizar inversiones para fortalecer la capacidad del sector público. Esto ha probado ser una estrategia exitosa a largo plazo, pues existe un fuerte vínculo entre mayor capacidad de la oferta y una mejor gestión de las listas de espera[3].

Esta forma de enfrentar el problema de las listas y tiempos de espera, ha sido la única forma que ha evidenciado un claro nexo con la reducción en los tiempos de espera.

1. Para profundizar sobre esto ver http://www.medwave.cl/link.cgi/Medwave/Revisiones/Analisis/6444

2. Detalles en El Mercurio, 15 de Abril 2014 Cuerpo C-9. 

3. Hurst J, Siciliani L. Tackling excessive waiting times for elective surgery: a comparison of policies in twelve OECD countries. Paris: OECD, 2003, OECD Working Papers 6.  HakkinenU. The impact of changes in Finland’s health care system. Health Econ 2005;14:S101–S118. 

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