Crisis del sistema de salud privado

Desde hace meses somos espectadores de un preocupante devenir en una parte del escenario de nuestro sistema de salud: el privado. Considerar que "los efectos en uno de sus engranajes no afectan todo el sistema" es no dimensionar la interconexión y dependencias explícitas e implícitas en el modelo chileno.

Hoy no estamos discutiendo sobre el modelo que necesitamos, aquel será el siguiente paso independiente del resultado del plebiscito de septiembre próximo.

Lo seguro es que -como sociedad- no estamos en condiciones de permitir que interminables batallas en tribunales, incertidumbre en sostenibilidades financieras, desprotección o vulneraciones en las prestaciones de salud -junto con amenazas o riesgos no dimensionados en la viabilidad de estas últimas-, arriesguen llevar al colapso injustificado a un sector que hoy entrega atención a casi tres millones de pacientes.

Es imperioso hacer un llamado a que, en conjunto, la autoridad, a través de la Superintendencia de Salud y el Ministerio de Salud, nosotros como Colegio Médico, los controladores de isapres y prestadores institucionales, mancomunemos esfuerzos para encontrar acuerdos que destraben y permitan dar certezas viables y sostenibles a la problemática actual. Algo que, sin dudas, es un mandato que la sociedad nos conmina asumir.

Parafraseando a Humberto Maturana, "en lugar de competir es necesario generar colaboración", para que el sistema en su totalidad se sostenga y permita ir generando las transformaciones que vayan en provecho de todos los actores, pero fundamentalmente de los beneficiarios últimos de la acción en salud, las personas.

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