Desinformación y falta de liderazgo en la pandemia chilensis

Mario Parada Lezcano
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Es conocida la nutrida y contundente evidencia que existe respecto de los alcances y efectos que han tenido las diferentes pandemias y emergencias sanitarias que a lo largo de la historia han asolado a la Humanidad, algunas de las cuales, por cierto, han sido mucho más devastadoras que la que ahora enfrentamos en Chile y el mundo por causa del Covid-19, permite afirmar que para combatir de manera efectiva una enfermedad de estas características no solo es relevante contar con un acertado conocimiento científico/epidemiológico de ella, sino, también, con una adecuada aplicación y conducción de las políticas públicas relacionadas con el proceso salud-enfermedad-atención para su consecuente manejo.

Es abril y el brote epidémico aún se encuentra en una fase temprana en Chile y los resultados de las estrategias adoptadas por el gobierno aún no se pueden evaluar con certeza.

En este entendido, saltan a la vista dos importantes debilidades en el modo en que en nuestro país se está actuando para frenar el impacto de este coronavirus.

La primera, el tipo de liderazgo que ejercen quienes están a cargo de conducir la respuesta ante la amenaza y, de paso, guiarnos por el camino que han resuelto seguir.

Un liderazgo efectivo es una acción que requiere que alguien tenga y ejerza la autoridad pero también que los que se encuentran bajo ella la reconozcan.

Hasta hoy, en Chile, el liderazgo ha sido más bien débil, porque el Gobierno y el ministerio de Salud, que son las entidades que concentran la autoridad en este caso, gozan de una baja legitimidad social.

Y no solo entre los ciudadanos comunes sino, también, entre quienes integran las organizaciones civiles identificadas como “especialistas” en esta materia, entre las cuales figuran el Colegio Médico y diferentes sociedades científicas.

Este hecho genera de facto, una falta de conducción que inocula una dosis de riesgo aún mayor a la situación que enfrentamos, porque más allá del conocimiento experto, lo que en verdad se requiere para hacer frente a una pandemia es una buena conducción de parte de quienes ejercen la autoridad.

A este déficit también contribuye la “hoguera de vanidades” que ha sido encendida en los últimos días, y que involucra por igual a actores pertenecientes a los ámbitos político y científico, los que si bien buscan reaccionar frente a líderes que se ven ajenos o desconectados de la realidad, con su actitud de no estar dispuestos a alinearse bajo una misma voz, tampoco ayudan a alcanzar el objetivo señalado.

La segunda debilidad, en tanto, es el elevado nivel de desinformación que existe. Sabemos que este fenómeno no solo implica ausencia de información oportuna y veraz, sino además, la presencia o entrega en exceso de información confusa, contradictoria, incorrecta e incluso, muchas veces, intencionadamente falsa.

En general, la principal deficiencia en la respuesta del gobierno a la crisis ha sido su estrategia de comunicación, que ha sido percibida como confrontacional y oscura por muchos actores clave en el esfuerzo de contención de la epidemia, como los profesionales de la salud, la comunidad académica y los alcaldes.

Esta realidad es fomentada por las mal llamadas redes sociales. A través de ellas algunos usuarios atiborran a otros de datos y premisas de dudoso origen, lo que junto con generar efectos negativos en la población, también desorienta a los especialistas que seguimos los avances del proceso y buscamos aportar con respuestas concretas y correctas.

Hay mucha irresponsabilidad en los medios de comunicación masiva, que han “farandulizado” las discusiones y en quienes los utilizan, pero también en el medio científico, al no generar consensos antes de enviar cierta información.

Por lo anterior, se espera que el Gobierno, como una forma de dar solución a la falta de liderazgo adecuado y de disminuir la desinformación, no solo convoque a una comisión de personas que representan a los organismos expertos en el tema epidemiológico, para que en su seno, junto con las autoridades políticas y sanitarias, trabajen en generar consensos e información oportuna y certera, sino que haga acciones que den cuenta de una total transparencia y de que los diferentes actores son tomados en cuenta, para que los consensos sean claros y nos ayuden a superar de buena forma la ola de contagios que se viene para fines de abril según algunos señalan.

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