Se ha dispuesto que hospitales y clínicas retornen a la normalidad en cuanto a sus dotaciones de camas críticas y que retomen las cirugías pendientes, que no son pocas. En efecto, en el caso de los hospitales públicos las listas de espera quirúrgicas no GES han crecido (y, por qué no decirlo, también se han producido esperas GES, algunos casos incluso con resultado de muerte, según ha informado el Minsal).
En el caso de las clínicas privadas, el agendamiento cursó con restricciones importantes y hoy esperan decenas de cirugías que representan ingresos para el sector.
A propósito del reporte de la Comisión Nacional de Productividad de Diciembre de 2019, editado y distribuido en formato libro un año después, hicimos ver el problema de un recurso crítico para la producción quirúrgica y de las limitaciones de los hospitales públicos para atraerlo y mantenerlo: el Técnico de Enfermería de Nivel Superior (TENS), en particular aquel con formación o experiencia en arsenalería.
La historia habitual es que lo reclutas, desarrolla las competencias necesarias y luego se va, atraído por el mercado, que le retribuye mejor. En lo que a los hospitales públicos respecta, no hay cómo reclutar y retener porque la escala única de sueldo impone ciertos grados que implican remuneraciones poco atractivas y los hospitales no tienen facultades para mejorar esos grados (antes las tenían para el personal a contrata). Esto mismo se refleja también en el valor de la hora extraordinaria para conseguir reemplazos frente a tasas elevadas de licencias médicas, hora que se retribuye mejor en el mercado.
Entonces, lo que tenemos son hospitales atados de manos para competir con las clínicas privadas por el recurso.
Durante la pandemia la situación se hizo crítica. Decenas de pabellones en los hospitales no estuvieron disponibles para la actividad quirúrgica normal. Al comienzo esto pudo no ser tan importante -no se notó- por estar concentrados los servicios en el funcionamiento de las Unidades de Pacientes Críticos para enfrentar la demanda Covid, pero en la medida que la intensidad de la epidemia ha ido reduciéndose, el problema ha comenzado a surgir con más claridad. No hay personal. Y ese personal se llama TENS. Vienen y se van, presentan licencias médicas cortas, aparecen y desaparecen y, lo que es peor, renuncian a sus puestos de trabajo para migrar hacia un sitio donde se les retribuye mejor. Hay muchos hospitales con la mitad de sus pabellones no disponibles para la prestación de servicios.
Y ahora se viene el interés por resolver las cirugías pendientes. Este es un interés siempre permanente en el caso de los hospitales públicos, cuya vida cursa con listas de espera quirúrgicas no GES, cual más, cual menos. Lo novedoso es que ahora hay una puesta al día de cirugías pendientes en el sector privado, lo que no es un fenómeno normal. En el sector privado por lo general se resuelven todas las cirugías que golpean sus puertas, salvo que producto de la pandemia se produjeron postergaciones, inducidas tanto desde la oferta (capacidad instalada y restricciones sanitarias) como desde la propia demanda (gente que prefirió esperar). Y ahora se vienen. Y se viene la presión sobre el recurso TENS. Y adivinen ustedes cómo nos va a ir con eso en los hospitales públicos.
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