Liderazgo y dignidad para el sector público de Salud

Hace algunos días, una vez más la ex Posta Central fue parte de noticias ingratas, también se repitieron escenas similares en otros hospitales donde la situación de espera por cama para hospitalización o solamente para la atención, se ha manifestado crítica. Y en verdad, existen otras evidencias de lo mismo, en distintos escenarios.

Quizás la más poderosa de todas, es la que ha quedado demostrada con el último Estudio Nacional Opinión Pública,  julio – agosto del presente año, del Centro de Estudios Públicos, donde a la pregunta ¿cuáles son los tres problemas a los que debería dedicar mayor esfuerzo en solucionar el Gobierno? la población ha puesto en primer lugar, como no ocurría hace años, la salud junto con la seguridad pública.

También en ese mismo estudio, solo un 14 % de los encuestados opina que el Gobierno actual lo ha hecho bien o muy bien en esta materia.

Ya hemos comentado antes, en esta misma sección, que a juicio nuestro, esto expresa un serio abandono del sector, por su nivel de endeudamiento, una inversión que no ha respondido al esfuerzo que en el se necesita y un per cápita por habitante de FONASA, que corresponde a mucho menos de la mitad que el de la población más joven, más sana y de mejores ingresos que está en ISAPRES. Y desde donde además, se han fugado muchos especialistas.

Entonces lo que observamos, es casi inevitable. Pero en mi opinión hay algo más que agregar.Junto a los desafíos de mayores recursos en el sector público de salud habita también una ausencia de liderazgo, especialmente cuando las difíciles condiciones de su desempeño requieren de una conducción que sea capaz de levantar el orgullo y la dignidad del trabajo en este ámbito.

En estos tiempos esto ha sido escaso, incluso porque ha faltado la capacidad para proveer los cargos de alta dirección pública, ya que en estos tres años, después de haber despedido a casi el total de los altos directivos durante el primer año de este Gobierno, todavía existen 70 cargos con suplencias de un total de 324.

Sin embargo, la falta no es solo por los cargos no provistos, también la carencia se debe a modelos de conducción que no han producido un fortalecimiento de la gestión frente a los servicios y los establecimientos públicos.

En efecto, el autoritarismo y la tecnocracia no son recursos para este sector, definitivamente pueden provocar reducción de conflictos por temor de los trabajadores y de sus dirigentes gremiales, pero no motivan, ni generan cambios. Igualmente, la creación de valor privado, que consiste en producir rentabilidad del capital invertido, no es lo mismo que crear valor público.

La generación de valor público, tiene como base la dignidad de lo público, que lleva consigo la pretensión de respeto. Respeto que no existe cuando se viola esa dignidad, que ocurre cuando ese valor no se reconoce, o solo se hace como una generalidad o retóricamente.También desaparece cuando se humilla, descalificándolos, exponiendo solo sus debilidades.Ninguna identidad en ese contexto puede generar orgullo.

De acuerdo a lo anterior y en las condiciones de trato que ha tenido la salud pública en estos años, podemos afirmar que se ha dañado su dignidad, porque se ha humillado, desconocido su valor y el aporte de muchos de sus trabajadores y trabajadoras que en medio de las dificultades de su desempeño, se han esforzado por responder a las necesidades de una población que ha crecido en sus demandas.

Se ha maltratado el sector público al reducir sus recursos y valorizar el sector privado por sobre el, sin reconocer las desigualdades en que se desempeñan ambos. También se ha producido este efecto con autoridades que han actuado falseando, escondiendo la realidad o haciendo uso comunicacional de los hechos de la salud de la población.

De esta forma, me parece que una de las tareas centrales del próximo período gubernamental, sumado a los esfuerzos que ya se comentan como parte de los y las candidatas a la presidencia, es agregar el desafío de liderar el cambio en los equipos de salud del sector público, desde la situación de indignidad en que ha sido puesto hacia el rescate de su valor como parte de lo público.

Esto requiere de líderes que deben emprender esta tarea desde el primer día del nuevo gobierno; líderes con capacidad de comunicación eficaz, con respeto y apoyo a los equipos, confianza y responsabilidad propia, con su equipo y creatividad. Líderes con capacidad de diseño, de producir comunidades de aprendizaje, de conducción y motivación.

Será difícil avanzar sin estas capacidades instaladas en el sistema, la dignificación del sector público lo requiere con urgencia.

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