Open data

Al movimiento mundial de datos abiertos, se han ido sumando paulatinamente organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas, gobiernos y empresas de todo el mundo. Este es un proceso en evolución cuyo fundamente se basa en la accesibilidad, para favorecer la difusión del conocimiento.

Hoy ya existen consideraciones legales, reglas sociales, estándares internacionales en el acceso y uso de los datos, pues sugeneración va en constante evolución y requiere ir perfeccionando - en particular - las normas para regular la accesibilidad, comprobabilidad y verificación de conformidad, más aún cuando varían en el tiempo.

En Chile tenemos múltiples iniciativas al respecto, con éxitos variados pero que, en el presente y la contingencia, son puestos a prueba. La necesidad de transparencia de los datos es una urgencia.

Solo a modo de ejemplo, la entidad pública cuya misión es la disponibilidad de datos (datos.gob.cl) presenta una actualización modesta, y en relación con el Covid solo existe un archivo que habla de la “Evolución del precio del cobre por COVID-19”.

Luego si un centro de estudio requiere información en esta materia, debe comenzar una cruzada en las redes para lograr acceso, y luego enfrentarse a la dificultad de evaluar su actualización.

Ante esto, cuando en opinión de una autoridad “no es el momento para exigir información" o que el aumento se basa en la cantidad de días lunes del mes, la pregunta académica inmediata es cuándo es oportuno, si la necesidad de investigación es en el presente y la oportunidad de aportar al país, ahora.

Sabemos de la existencia  de consideraciones legales respecto de acceso y uso, desde lo expresado en la Constitución actual, sobre protección de la vida privada o protección de datos de carácter personal, hasta normas respecto de quienes suscriben, usan y/o visitan espacios de información pública.

En el presente se requiere disponibilidad y acceso, pues de esa forma la información será un instrumento de aporte en el presente y no un obstáculo rodeado de una nube de suspicacias, permitiendo acceso a unos por sobre otros. En este contexto, es interesante mirar el uso de información más allá de nuestras fronteras, entendido como un parámetro de referencia permitir desarrollar políticas públicas, pero en base a nuestra realidad y cultura.

Así en el ámbito internacional, el Banco Mundial ha generado indicadores de desarrollo con acceso, pues disponen de casi 1.600 indicadores para 217 economías, en algunos casos con series cronológicas de hasta 50 años.

Es posible encontrar iniciativas desde herramientas de planificación urbana para el desarrollo sostenible, sistemas de reconocimiento de brotes de alerta temprana, sensores para abordar peligros ambientales, uso de tecnología para la gobernanza de desastres, predicción hidrológica o centro de datos para el saneamiento urbano. Esto nos ayuda a conocer la existencia de necesidades en otras latitudes y evaluar que las nuestras no son desdeñables, así como reconocer que el trabajo colaborativo, aporta.

Claramente en nuestro país nos falta un lugar que proporcione confianza, credibilidad, con datos de calidad, con acceso seguro y certero, tanto para investigadores como para los emisores de los datos. Espacio donde estén albergados, exista una sola administración pues su aumento constante debe ser resguardado.

Por ello, el desafío está en la oportunidad de acceso por parte de la comunidad científica y académica, para potenciar respuestas apropiadas en función de las necesidades país.

Dicho de otra forma, ante la situación Covid, si los centros de investigación tomando todos los resguardos legales en el uso de la información, acceden en tiempo real a los datos disponibles, se podría aportar en proyectar el comportamiento territorial para segmentar, ya no en las comunas o cuadrantes, sino en micro territorios y/o manzanas, dotando a esas micro zonas de mayores libertades, estímulos o controles sanitarios específicos y no afectar al total de habitantes de una comunidad.

Así como liberar zonas específicas (comerciales) para que la “nueva normalidad” sea real. Facilitando a las personas (ciudadanos) de cada micro zona, el número de casos activos y recuperados, en tiempo real; trasladando la responsabilidad a los ciudadanos toda vez que hoy, ello radica solo en las acciones que las autoridades establecen.

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