Persiste la creciente e importante alza en los trastornos de salud mental y de licencias médicas por causas de esta índole. Los trastornos adaptativos y ansiosos, según han señalado los medios de prensa, suben 63% en usuarios de isapre desde el 2017 a la fecha. Y en el sector público no es muy distinto.
De acuerdo con cifras de la Superintendencia de Salud, las licencias médicas en el sector privado pasaron de 270.000 en 2017 a 385.000 en el año 2020. Y se espera para este año un incremento aún mayor. En el sector publico por otra parte, Fonasa informa de un alza de 22% en el 2020 respecto al 2019, lo que significa más de 1.300.000 afiliados. Si bien es cierto estas cifras incluyen el tiempo de la pandemia, la tendencia al alza de estos indicadores se registra desde hace ya varios años, una década al menos de crecimiento sostenido.
En época pre-pandemia la propia OMS señaló que, en Chile, existían 1.000.000 de personas con síntomas ansiosos y 800.000 depresivos. La interrogante es por que en nuestro país estos indicadores no parecen detenerse, a pesar de ciertos esfuerzos para reaccionar (mayor conciencia al respecto, reciente ley de salud mental, planes gubernamentales, mayor acceso a psicofármacos, por mencionar los principales).
Las razones son variadas. Y donde las vicisitudes de nuestra vida en sociedad juegan un rol preponderante. Sin embargo, también es preciso indicar, que los modelos de abordaje desde el punto de vista clínico, tanto en el sector público y privado, están fracasando, a la luz de estos resultados. Resulta una incongruencia que el incremento sostenido de los indicadores en salud mental vaya a la par, con el también explosivo aumento del consumo de psicofármacos, cuando se pudiera esperar lo contrario. Más aún, cuando se le quiere considerar, como suele suceder, a estos padecimientos, como propios de una patología médica
Existen al respecto diversos registros:
- Un estudio realizado en 2004 determinó que el uso de dosis diarias de antidepresivos aumentó más de 470 por ciento en tan solo 12 años. Los estudios anuales realizados por Senda, constatan año a año, el aumento sostenido en la venta sin receta médica de alprazolam, valium, diazepam, ravotril y otros
- El año 2019 se comercializaron, 4 millones de cajas de tranquilizantes y ansiolíticos; 4 millones y medio de antidepresivos y casi 2 millones y medio de inductores del sueño
- Según otros datos, de la Cenabast, la institución hizo compra de Ritalin o su genérico metilfenidato, usado para controlar los síntomas de hiperactividad o trastorno de déficit atencional, por un monto de 377 millones el 2015, que ascendieron a 733 para el 2016
- La fentarmina usada como inhibidor del apetito, pero que es de la familia de las anfetaminas, según datos del Instituto de Salud Pública (ISP), aumentó de 3.565 cajas vendidas en 2012, a 970.574 en 2017.
Esto redunda finalmente, a la luz de estos datos, en una estrategia de cronificación de los sufrimientos psíquicos, con una alta dependencia del consumo de psicofármacos. Cada día mas personas se están transformado en pacientes crónicos y pude ser una de las razones de la alta y creciente prevalencia de los indicadores de salud mental. Por eso, las licencias médicas, aparecen como otra síntoma de esta situación, más que una medida reparatoria en sentido terapéutico.
Lo que observamos son modalidades de intervención, en el cual los tratamientos giran principalmente, en torno al uso de medicamentos, atención prolongada de los mismos pacientes que muchas veces se reducen a la entrega de los mismos fármacos; con un modelo de dinámicas que no puede dar lugar, ni tiempo ni espacio, al sufrimiento psíquico. Sino más bien, el propiciar la más rápida recuperación para el reingreso a los circuitos productivos.
Esta cronificación incrementa progresivamente tanto la perdida de autonomía como, así mismo, la dependencia con intervenciones de alivio transitorio, como son las licencias médicas y el uso extendido de psicofármacos. El paciente crónico o de consulta regular de salud mental, es la constatación de la ineficacia de un modelo de intervención para encontrar soluciones y promover cambios.
A pesar de todo, poco sabemos por qué sufren cada uno de ellos y ellas. Sólo conocemos sus categorías médicas y diagnósticos: trastornos que pueden ser ansiosos, desadaptativos o depresivos, por mencionar los más comunes. Pero como si sus padecimientos o sufrimientos no tuvieses razón u objeto, más que un determinado desequilibrio o patología.
El sujeto crónico es la afirmación de que existe una organización ineficaz para encontrar soluciones distintivas al problema, para promover cambios en todos los niveles que lo rodean. La reciente aprobación en el Parlamento de una ley de protección de salud mental constituye un avance en términos culturales, pero aún está lejos para responder a las necesidades urgentes de la población, y agravada más aún, por la pandemia y sus efectos de variada índole.
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