La salud mental nos ayuda a funcionar en nuestras vidas y claramente esta pandemia la está desafiando. Si queremos ver la luz cuando termine, necesitamos protegerla. Lamentablemente, partimos mal. Las estadísticas en Chile indican que pre-estallido social no gozábamos de buena salud mental, después tuvimos el estallido y ahora enfrentamos la crisis sanitaria. Estamos psicológica y emocionalmente exigidos, no es fácil funcionar.
Entonces, ¿qué nos está pasando con el COVID19?, todos estamos experimentando reacciones psicológicas negativas. ¿Por qué?, porque la pandemia por COVID19 reúne características de un gran estresor psicológico.
Su carácter incontrolable, la incertidumbre asociada, sumado al riesgo vital por un potencial contagio, nos expone a todos a elevados niveles de ansiedad, angustia y síntomas depresivos, consecuencias psicológicas normales ante un estresor.
Esto último es muy importante de destacar, son reacciones normales, quién no va a sentirse así, si nuestra vida está en riesgo y tenemos miedo. Por lo que no necesariamente estamos viviendo una pandemia paralela de salud mental.
Entonces, si estas reacciones son “normales”, ¿por qué preocuparnos? Todas estas reacciones son respuestas adaptativas al momento, pero su impacto en las personas es alto.
Las personas lo estamos pasando mal, estamos agobiados y asustadas, sabemos que cuando estamos así, no tomamos buenas decisiones, nos cuesta procesar información, y no somos capaces de adoptar conductas de salud.
Entonces, parece un total absurdo hacer llamados a la responsabilidad individual o a la solidaridad como una forma de evitar contagios; menos hablar de guerra o enemigo invisible, pues, no se trata de un problema de excesivo individualismo ni falta de solidaridad, tampoco es un conflicto armado.
Afortunadamente tenemos herramientas para cuidar de la salud mental de las personas. En este momento, procesos terapéuticos no parecen ser los más óptimos, recuerde, las personas estamos abrumadas, una terapia puede abrumarnos aún más, pero lo que sí podemos contribuir con una serie de acciones que ayudan a recuperar el equilibrio psicológico en situaciones de crisis.
Lo primero es mantener y promover la calma. Esta es el “arma” de la primera línea para proteger la salud mental de las personas en situaciones de crisis. Es normal lo que sentimos y no vamos a poder funcionar como lo hacíamos antes, hay que asumirlo.
Lo segundo es brindar seguridad y confianza. Es normal que estemos asustados, y para adoptar nuevas conductas necesitamos sentirnos seguros. También debemos recuperar la confianza, para esto, debemos dar información clara y precisa, que no permita segundas lecturas. El lenguaje bélico, sólo aumenta nuestra sensación de inseguridad.
Tercero, ayudemos a todos a cumplir las recomendaciones. Si pedimos a las personas que usen mascarillas, démosle mascarillas.
Si tenemos que salir a trabajar, aumentemos la frecuencia de la locomoción colectiva.
Si les pedimos quedarse en casa, apoyémoslos para que puedan hacerlo y no tengan que salir, pero hagámoslo bien, y planifiquemos para facilitar.
Ayudemos a las personas a sentir que lo que hacemos va a tener los resultados esperados, y a entender cómo y cuándo hacer qué.
Pese a la distancia física que debemos mantener, evitemos la soledad y mantengamos el vínculo con nuestros seres queridos.
Estar conectados nos ayuda a sentirnos queridos, valorados e importantes. Esto es el mejor antídoto contra el estrés psicológico y la ansiedad. Si hay personas aisladas en hospitales o residencias sanitarias, facilitemos el contacto remoto con sus seres queridos.
Si tomamos estas medidas, protegemos la salud mental. Así cuando pase la pandemia y prendamos la luz, no seguiremos a oscuras. Si no, salir adelante será mucho más difícil.
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