Salud en manos de la comunidad: un camino hacia la equidad

La equidad en salud es considerada como un componente clave de la justicia social. Aunque suena abstracto, podemos estar de acuerdo en que el ejercicio de derechos fundamentales como la educación, el trabajo y la participación social se ven obstaculizados si no se goza de buena salud. Por lo tanto, la equidad en salud es importante y debe plantearse como una meta a alcanzar para los gobiernos.

Pese a la relevancia del tema, los desafíos para alcanzar esta equidad son cada vez mayores en Chile y el mundo. A pesar de los esfuerzos, aún resulta complejo garantizar acceso universal a la salud, especialmente en aquellos grupos que históricamente han sido excluidos. A esto se suman otros desafíos asociados a los cambios en las necesidades de salud, como el envejecimiento de la población, un sistema de salud altamente fragmentado, y otros problemas globales como el cambio climático, la desigualdad económica, la inestabilidad geopolítica, las pandemias y la fragmentación social.

En este contexto, surge una corriente de pensamiento que sugiere que la clave para reducir las inequidades radica en aquellas comunidades que han tomado el control de su propia salud, los servicios y los sistemas de salud.

Esta es una perspectiva distinta a la tradicional, ya que entiende a la salud como un desafío colectivo, en donde cada comunidad tiene diferentes preferencias respecto a sus necesidades, que responden a su propia realidad y percepción sobre las barreras que enfrentan. Así, la política nacional debería interferir lo menos posible con estas preferencias, pero también debe generar políticas de salud que las contemplen. Ahí está lo complejo.

Existen ejemplos de comunidades que han tomado este rol en Canadá y Australia. En Canadá, la First Nations Health Authority (FNHA) se encarga de planificar, diseñar, gestionar y financiar la entrega de programas de salud para los grupos indígenas. Estos programas se basan en las necesidades comunitarias y se enfocan en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. El control y gestión de la FNHA está a cargo de los grupos indígenas, quienes integran prácticas de sanación ancestrales con enfoques médicos convencionales. Este es un enfoque local, donde las comunidades son protagonistas, asegurando que los servicios de salud sean culturalmente apropiados, accesibles y promuevan el bienestar integral, en lugar de centrarse en el tratamiento de enfermedades.

Es importante destacar que el trabajo de la FNHA no reemplaza el rol del Ministerio de Salud ni de las autoridades de salud del país, sino más bien su trabajo se desarrolla de manera colaborativa, coordinando e integrando programas y servicios para mejorar los resultados de salud.

Explorar un modelo más inclusivo en Chile, que permita dar más espacio a las comunidades, podría fortalecer la salud colectiva y el bienestar de todos los sectores. Este enfoque no solo aplica a grupos indígenas, sino también a jóvenes y adolescentes, adultos mayores, personas con enfermedades crónicas, comunidades rurales, entre otras.

Un modelo que promueva una gestión local, pero integrada en un sistema nacional, permitiría una respuesta ágil y acceso a servicios que hoy no existen. Es un desafío complejo, pero con potencial de transformar la forma en que entendemos y abordamos la salud en el país.

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