"Chile flaite" se tituló una columna de opinión de Martín Arrau García-Huidobro, y que ha concitado críticas, principalmente, por la imagen con la cual fue presentada: un sujeto con la camiseta de Colo-Colo. Es de conocimiento público el estigma que carga la hinchada de dicha institución, sin embargo aparte de la condena, siempre necesaria por lo demás, a continuar reproduciendo el estigma de quienes se identifican con esos colores, me parece necesario también apuntar al contenido de las aberrantes palabras del vicepresidente del Partido Republicano.
Es claro el afán de la opinión expuesta, visible en sus expresiones "flaite", "los vivos y los choros", "gil", "perkins", "murió en la suya", ese lenguaje habita en lugares específicos, en aquellos lugares que en palabras del vicepresidente del Partido Republicano "lo flaite se ha hecho costumbre". ¿O acaso ocupa esas palabras en su diario vivir? Lo más probable es que no.
Su interés es señalar y de paso intentar instalar una invención. Para él, el Partido Republicano y gran parte de Chile Vamos los sujetos que viven en sectores populares -tal cual lo intenta iconizar en la imagen del hincha- se han apropiado del país en "un toque de queda lento y silencioso que se está imponiendo con el gentil auspicio de nuestro Gobierno". ¿Algo nuevo? ¡No! es la pereza intelectual y política que habita en el sistema de partidos que no se esfuerza por desentrañar los fenómenos sociales, ejemplos hay varios: "invasión extranjera, alienígena", "estamos en guerra contra un enemigo poderoso", se repite el guion que de vez en cuando asoma en los medios.
¿Alguien podría negar la crisis de seguridad en la cual se encuentra nuestro país? ¡No! Hay sectores tomados por el narcotráfico y la cultura del más fuerte. Ahora, ¿alguien podría decir que esto es con el auspicio del gobierno? Claramente no, quienes vivimos en sectores populares -a diferencia de Martin Arrau García Huidobro- sabemos que esto es producto de décadas, en donde se fue consolidando el fin por sobre los medios, sobre todo cuando los medios no dieron respuesta y fue antes que se pusiese de moda la palabra "narcocultura".
Incluso, un trapero nacional menciona en su canción "Jaguar": "Ahora todos hablan mierda (de mí), ahora no me quiere nadie (no), ahora 'tán todo' sensible' (sensible'), ya no les gusta la calle (¿qué?)". Ya no les gusta la calle -esa calle donde no existen los apellidos compuestos, como García-Huidobro- toman distancia y la apuntan con el dedo, la señalan, ahora les resulta sensible y una situación desbordada, después de décadas de reproducción del modelo, que no ha hecho otra cosa que privar a algunos y algunas mientras otros y otras se enriquecen a costa del dolor. Lastimosamente, para quienes pensamos un mundo distinto, la resiliencia presente en quienes resisten en aquellos sectores es también en clave neoliberal: volverse jaguares del barrio, tal como titula su canción Pablo Chill-e.
Al final del día... ¿qué persiguen los jaguares? no es otra cosa que tratar a toda costa de subirse al tren del espectacular desarrollo que -supuestamente- ofrece este país y por sobre todo ostentar lo adquirido, prenda de garantía del tan ansiado éxito neoliberal.
Martin Arrau Garcia-Huidobro debe sincerar que la violencia no es patrimonio exclusivo de los flaites, la violencia es eje estructural de este modelo, de quienes lo tienen todo y de otros que quieren un trozo de la torta aunque sea a costa de un zarpazo.
Se podría considerar ¿un ciudadano honesto?, tal cual se señala en su columna de opinión Martin Arrau Garcia-Huidobro, claramente no. Su desfachatez de culpar al gobierno de la actual crisis de seguridad cuando ha dedicado 30 años al ejercicio de la política sin una mínima autocrítica a su rol y más allá aún. ¿Qué honestidad puede tener un político electo que oculta información? Ese fue el caso del vicepresidente del Partido Republicano cuando no declaró sus derechos de agua. Según su lógica expuesta ¿quién sería el perkins? si hay sectores sin servicio de agua potable mientras él tiene el privilegio de dejar corriendo la llave.
Al caer la noche, ¿qué tan distinto es Martin Arrau Garcia-Huidobro de quienes intenta poner la lupa? ninguna. ¿Qué tan distinto es quien robo el Banco de Talca y es el responsable político de la mutilación de un número significativo de compatriotas? Ninguna. ¿Qué tan distinto de quienes cierran el acceso a ríos y playas para luego amenazar a quienes ingresen a bienes de uso público? Ninguna. ¿Qué tan distinto es el candidato presidencial de su partido, José Antonio Kast, con acciones en paraísos fiscales? Ninguna. Excepto por algo fundamental para la élite, que unos son ricos y otros pobres.
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